Un terreno baldío y un inmigrante que vivió en Lomas: la historia de la Plaza Steinberg
CERRITO Y BALCARCE. Jacobo Steinberg fue el encargado de darle vida al lugar a partir de 1930, cuando sembró las semillas de los árboles que hoy se conservan. Su nieta María Eugenia cuenta la historia familiar.
El apellido Steinberg está muy relacionado a Lomas, tanto que tiene su plaza en Villa Galicia, con hermosa vegetación y su tan emblemática calesita. El espacio lleva su nombre en homenaje a Jacobo Steinberg, que llegó al país en 1891 desde Odessa (Ucrania). Vivió en Entre Ríos, luego en Capital Federal y en Lomas. En la década del '30 y, gracias a su pasión por las plantas y árboles, se ocupó de darle vida a lo que era un terreno baldío.
Mi abuelo era un amante de la vegetación y de las plantas, entonces se puso en contacto con el Jardín Botánico y le dieron plantines y semillas, los cuales sembró en ese espacio verde con la ayuda de mi papá.
La lomense María Eugenia Steinberg, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, es nieta de Jacobo y contó algunos detalles sobre el origen del lugar y sus recuerdos al jugar con sus hermanos y amigos en la plaza.
Todo comenzó como un terreno baldío, ubicado en la esquina de la casa donde Jacobo alquilaba para vivir, sobre la calle Balcarce y a muy pocos metros de la plaza. "Mi abuelo era un amante de la vegetación y de las plantas, entonces se puso en contacto con el Jardín Botánico y le dieron plantines y semillas, los cuales sembró en ese espacio verde en 1930 con la ayuda de mi papá, que en ese momento tenía 12 años", contó María Eugenia.
El relato de lo que hizo mi abuelo es muy emocionante y siempre formó parte de nuestra historia familiar. Contar que la plaza es Steinberg terminó siendo algo natural.
La plaza hoy todavía cuenta con especies de aquella época, lo que le trae hermosos recuerdos a ella. "Toda la vegetación que tiene es de esa época. Los árboles crecieron con mucho empuje y siempre recuerdo al eucalipto, que con su gran altura atemorizaba cada vez que se acercaba una tormenta", dijo con cierta melancolía.
María Eugenia admitió que sus hijos y sus nietos, pese a no llevar su apellido, saben de la historia y sienten orgullo de lo ocurrido, además de preguntar mucho por sus antepasados.
Para María Eugenia, la Plaza Steinberg fue un punto de encuentro en su infancia: "Recuerdo que he jugado con todos mis hermanos y con varios chicos del barrio, era como el lugar de reuniones. En ese entonces ya había una hamaca, un tobogán y una estructura de hierro para colgarse". La emblemática calesita, que hoy está en manos del querido Alberto, llegó después.
A raíz del fallecimiento de Jacobo, el 5 de septiembre de 1955, es que María Eugenia cree que se comenzaron con las tratativas para que el espacio verde lleve su apellido, un gran honor para un hombre que pensó en poner más lindo el barrio, y claro que logró su objetivo. "El relato de lo que hizo mi abuelo es muy emocionante y siempre formó parte de nuestra historia familiar. Contar que la plaza es Steinberg terminó siendo algo natural", añadió, emocionada.
María Eugenia admitió que sus hijos y sus nietos, pese a no llevar su apellido, saben de la historia y sienten orgullo de lo ocurrido, además de preguntar mucho por sus antepasados. "Es un hermoso legado que nos dejó", cerró.