Cómo vivir después del retiro del fútbol: dos historias emotivas

ORGULLOS DE LOMAS. Juan Vilar y Tomás Quiroga se retiraron del fútbol profesional hace varios años, pero todavía encuentran motivos para seguir jugando. La historia de ambos. 

¿Puede alguien dejar de jugar al fútbol porque la edad le marca un final? No. Definitivamente, la respuesta es negativa. Rotunda. Tajante. Porque en ningún lugar, en ningún ámbito de la vida está escrito que el amor por este deporte pueda acabarse. Los ex futbolistas profesionales Juan Vilar y Tomás Quiroga, el Negro y Willy para sus cercanos, son una muestra de ese no-final. Son el ejemplo evidente de que luego del retiro de la actividad sobran motivos para seguir oliendo el pasto de una cancha de 11. En sus casos, en la Liga Santa Catalina, un campeonato amateur por el que, varios domingos, pasaron también otros ex profesionales.

Juan Vilar y Tomás Quiroga dialogaron con el Diario La Unión sobre cómo hacen para alimentar sus ganas de seguir jugando, ahora, claro, sin la presión que tenían cuando eran más jóvenes, y tenían un ritmo de vida totalmente distinto al actual.

Tomás Quiroga tiene ahora 66 años y su historia en el fútbol empezó a escribirla como arquero al formarse en las divisiones inferiores de Banfield, desde que tenía apenas 11. "La llama siempre está viva. Vamos a seguir siendo jugadores de fútbol hasta el día que no estemos más en esta tierra. Lo que más hice en mi vida fue jugar a la pelota, porque cuando no sos más profesional, no dejás de jugar", señaló quien defiende el arco de Las Heras, equipo de la categoría Máster en Santa Catalina

Willy, apodo que se ganó por su gusto por Vox Dei y la coincidencia de apellido con el bajista de la banda, admitió que decir adiós no es tarea fácil, y que llega de distintos modos. Con el paso de los años comprobó, inclusive, lo que otros colegas le decían cuando aún estaba en actividad. 

"Es muy difícil el retiro. Me fui dando cuenta de eso que me decían los muchachos con los que jugaba: 'Quedate a oler el pasto porque lo vas a extrañar'. Y la verdad es que tenían razón; por eso me quedaba después de los entrenamientos. Hoy rehíce mi vida, claro. No fue fácil, pero le llega a todos y la contención de la familia fue muy importante", explicó.

"Es muy difícil el retiro. Me fui dando cuenta de eso que me decían los muchachos con los que jugaba: 'Quedate a oler el pasto porque lo vas a extrañar'. Y la verdad es que tenían razón; por eso me quedaba después de los entrenamientos", explicó Tomás Quiroga.

Además de su paso por el Taladro, y antes de retirarse en Chacarita, en 1993, Tomás Quiroga jugó en Los Andes, Almirante Brown, Douglas Haig de Pergamino, y en Neuquén

"Hay personas a las que el retiro les llega antes y a otras después. Lo bueno que tuve en mí caso es que lo decidí yo. Hay veces que te retiran por distintas causas, pero yo dije que no iba más porque no tenía nada bueno. Con 38 años quería hacer otras experiencias; el día llegó y siempre estoy buscando cosas para hacer. Pero estoy contento de haber hecho todo con el apoyo de mi familia. Siempre estuve ligado al fútbol. Tengo un hijo que fue jugador y hoy es técnico (Franco, ex Temperley)... Le transmití mi llama a él e hizo una gran carrera", comentó.  

Juan Vilar, por su parte, tiene 61 y era/es delantero. Se formó en las categorías menores de Boca, después pasó a las de Banfield y estuvo en las de El Porvenir, donde fue campeón con la Sexta División en 1978 tras debutar en Primera División con 17 años. Al tiempo mostró lo que sabe en Brown de Adrogué, Claypole y San Martín de Burzaco, en Primera C. Ahí, en medio de una catarata de conversiones, tuvo un récord que estuvo vigente 40 años en torneos de AFA: 3 goles en 14 minutos. Los hizo en un partido de 1984 ante Barracas.

En su caso, la razón del retiro fue distinta a la de Tomas Quiroga. "Fue una decisión dolorosa; lloré mucho y tuve la contención de mis padres y hermanos. El motivo es que venía un hijo en camino, y no tenía laburo y los sueldos del Ascenso en esa época no eran como ahora. El día después que decidí dejar de jugar profesionalmente me sentía extraño en mi casa, pero lo afronté sabiendo que era un ciclo cumplido de mi carrera", contó. 

"Después de pasar por varios clubes, me retiré en Tristán Suárez, cuando me casé, en el año 96. Jugué también en Comunicaciones, Leandro N Além y Barracas Central", agregó. 

Cada domingo, jugando para Temperley también en la categoría Máster de Santa Catalina, Vilar sigue sorprendiendo con su habilidad, su velocidad y esa cuota de egoísmo que suelen tener los goleadores. "Me nutro viendo crecer a mi hijo de 12 años, Brandon, que juega al baby. Verlo a él me apasiona, me mueve mucho el corazón. Y jugar con los veteranos de Temperley es hermoso. Tendría que agradecer uno por uno por su compañerismo y amistad", explicó.

JUGAR PARA SENTIRSE VIVO

Tanto Juan Vilar como Tomás Quiroga coinciden, además de su pasión, en otro aspecto. La cita de los domingos es mucho más que simplemente ir a jugar un partido de fútbol.

"El retiro lo tomé bien porque sentía dejar el profesionalismo y era una etapa cumplida en mi vida. Después empecé a jugar los fines de semana en El Delfín -el predio donde se juega la liga, en Madrid y Merlo-, donde conocí a un grupo fabuloso e hice amigos como Damián (Monroe), Alfredo, Walter (Urriza) y Darío (Furbatto), que fue jugador y ahora es nuestro DT. Sigo en esta pasión del fútbol porque la siento en la sangre; espero el domingo para ir a jugar y aunque vuelvo dolorido de las piernas lo hago con mucho gusto", festejó Juan Vilar.

Por último, Tomás Quiroga -que además es técnico recibido- definió a esa cita dominguera como una "terapia" que va más allá del juego.

"Todos los miércoles como un asado con un grupo de amigos que tengo hace más de 20 años y el domingo es otro cable a tierra. Son tres horas, entre el post-partido, las charlas de fútbol y de la vida. Al margen de que uno siempre quiere ganar y demostrar que está vigente, el tiempo pasa para todos. Es más que un grupo para juntarnos a jugar un poco a la pelota: es una terapia que uno tiene y hay que ponerse los guantes", subrayó.