La primera comisaría de Lomas y una fuga escandalosa
HISTORIA. En 1876, había un solo comisario que contaba con la asistencia de un vigilante. El crecimiento de la ciudad obligó a construir nuevos calabozos y mudarse, pero pasaron cosas.
En mis más de 30 años de trabajo como periodista me ha tocado cubrir cientos, quizás miles de casos de inseguridad. En todos ellos, claro, tuve que tratar con policías. Y aunque es cierto que en los últimos años las fuerzas del orden (en especial la de la provincia de Buenos Aires) se ganaron una pésima imagen entre mucha gente por el mal trabajo de unos pocos, creo que la enorme mayoría de los efectivos son honestos y trabajadores. Si bien su profesión implica una mayor responsabilidad que la que puede tener otro ciudadano, los policías no dejan de ser personas que viven en nuestra sociedad, como todos. Y también tienen una historia en nuestro partido.
Hacia fines de 1861, durante los primeros días de Lomas de Zamora como un partido independiente, Francisco Portela, nieto de don Tomás de Grigera, fue designado como primerJuez de Paz (figura similar a la del Intendente) del lugar. Antes de su nombramiento, Portela decidió crear dos instituciones claves para el desarrollo de una localidad en crecimiento: una escuela y una partida policial. Aquella dependencia apenas contaba con seis soldados y un sargento. Sí: siete personas para proteger a todo Lomas. Por supuesto, la población era mucho más pequeña que la actual. Ínfima, a comparación.
La primera comisaría fue fundada recién el 30 de junio de 1876, siendo designado comisario Rodolfo Venzano. La dotación se completaba sólo con la asistencia de un vigilante. Claro que semejante cantidad de efectivos para ofrecer un servicio de seguridad a la comunidad fue simbólica y al poco tiempo se armó la Partida de Policía, con más hombres y recursos, funcionando en el edificio de la Municipalidad.
En 1888, por ejemplo, se resolvió construir nuevos calabozos para recluir a los reos que eran detenidos. Como el espacio destinado a la Policía quedó chico y poco operativo, se resolvió trasladar la comisaría a una precaria casa de la calle Sáenz, entre Azara y San Martín.
Al igual que en el resto del Conurbano bonaerense, el progresivo y constante aumento de la población trajo de la mano tensiones sociales y un incremento en el número de delitos. Esto obligó a las autoridades a mejorar la infraestructura del servicio policial. En 1888, por ejemplo, se resolvió construir nuevos calabozos para recluir a los reos que eran detenidos. Como el espacio destinado a la Policía quedó chico y poco operativo, se resolvió trasladar la comisaría a una precaria casa de la calle Sáenz, entre Azara y San Martín.
Pero, lejos de resolver los problemas con el alojamiento de los presos, la cosa se puso peor: los detenidos perforaron las paredes de los únicos tres calabozos y los comunicaron entre sí y con el único baño del lugar. La situación se complicó aún más cuando hicieron un boquete en la pared medianera de la comisaría y se escaparon una madrugada por el comedor de la casa vecina. La fuga generó un gran escándalo en el municipio y a las autoridades no les quedó otra que volver a trasladar la comisaría. Esta vez se eligió un terreno en Laprida 622, más apropiado para brindar seguridad. Con el tiempo, claro, muchas más dependencias debieron ser creadas en los distintos barrios de la zona. Hasta la semana que viene.