Woly Fioravanti, de la música a la producción de los mejores artistas
UN EJEMPLO. En el Día del Productor, el lomense contó cómo comenzó desde abajo y se hizo en el rubro a base de esfuerzo y sacrificio.
Hoy se celebra en todo el país el Día Nacional del Productor y el Diario La Unión dialogó con Woly Fioravanti, hijo de César Fioravanti y Olga Pereyra, quien es productor y coordinador y tuvo la suerte de trabajar en grandes espectáculos artísticos a base de esfuerzo y sacrificio. El lomense contó sus inicios, cómo se involucró en el género y logró codearse con grandes artistas a lo largo de su vida, sin olvidarse de dejar un mensaje para la nueva generación de productores.
"Cuando era joven me gustaba la música. Con el tiempo, le pedí a mi papá que me compre una batería y con dos amigos nos juntábamos a hacer nuestras canciones, con nuestra impronta, tratando de colarnos a tocar en todos los cumpleaños de conocidos", rememoró Woly sobre sus inicios ligados a la música.
Lamentablemente, la banda se separó y Woly se quedó con la batería, pero rápidamente encontró un nuevo compañero, un amigo que tocaba la guitarra y que le pidió a Fioravanti si no lo acompañaba con un ritmo de candombe: "Yo no sabía sobre ese género, él me enseñó y rápidamente me encantó porque la batería dejó de ser un instrumento ruidoso para transformarse en melodía y cromatismo. Ahí me metí de lleno en el mundo de la percusión".
Fioravanti decidió perfeccionarse y comenzó a estudiar en el Conservatorio Julián Aguirre, ya que varios grupos de la zona querían contar con él: "Un día fui a la clase de percusión y el profesor me vio con un bolso en la mano, ya que después tenía que ir a jugar al rugby. Él me dijo que deje los palillos, que me vaya a jugar y que elija qué quería hacer de mi vida. Tras un insulto, me fui a jugar y decidí dejar de estudiar, pero luego tuve una sensación de inconformidad conmigo mismo y me dije 'no me puedo hacer llamar percusionista si no me recibo'".
Woly dejó la percusión, pero siguió tocando con algunos grupos del barrio y "nos iba realmente bien", aunque decidió ir más allá y a buscar lugares de mayor renombre para presentarse con las bandas. "En ese momento mi papá me consiguió poder trabajar en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la dirección general de música. Empecé muy de abajo, barriendo escenarios, limpiando y armando planillas para los espectáculos", rememoró, y rápidamente contó que se tuvo que ganar su lugar, ya que incluso estuvo a punto de ser despedido por un recorte del personal, pero la perseverancia fue más fuerte.
En ese momento mi papá me consiguió poder trabajar en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la dirección general de música. Empecé muy de abajo, barriendo escenarios, limpiando y armando planillas para los espectáculos.
"Con la llegada de una nueva dirección, decidí hablar con el responsable y le dije que yo era músico y que quería estar del lado de la cocina porque me gustaba el hecho de conseguir shows", aseguró, e inmediatamente acotó: "Me aclararon que iba a trabajar el triple pero que iba a ganar lo mismo, a lo cual acepté. Al ser el asistente del segundo director tuve que ir a todos los eventos y él me explicó un oficio que me iba a servir para el resto de mi vida".
"Me empecé a contactar con los dueños de empresas de la vía pública, de gráfica, con programadores de televisión y managers de artistas. Yo estaba feliz, ese trabajo me cayó del cielo y estaba jugando en primera", dijo, con una mezcla de risas y emoción.
Su primer trabajo importante como productor fue en el ciclo gratuito "Mi Buenos Aires querido", un espectáculo que se hizo en la Avenida 9 de Julio en el que se presentó la banda Soda Stereo y el cantante Luciano Pavarotti, con 250 mil personas en ambos días.
Su primer trabajo importante como productor fue en el ciclo gratuito "Mi Buenos Aires querido", un espectáculo que se hizo en la Avenida 9 de Julio en el que se presentó la banda Soda Stereo y el cantante Luciano Pavarotti.
Al mes, estuvo en un espectáculo de Plácido Domingo en la Avenida Figueroa Alcorta, y admitió que se quedó días e incluso noches en el lugar para cuidar el espacio, consiguiendo todos los permisos necesarios y cumpliendo los requerimientos de los artistas para que todo el show esté en condiciones.
"También me convocaron para hacer Luis Miguel en el Luna Park y de plomo del baterista de Alejandro Lerner, además de estar seis años de gira por el exterior con la banda Los Enanitos Verdes", sostuvo, dejando en claro la pasión por el oficio, sin importar las distancias recorridas y las horas trabajadas.
Fioravanti contó que, durante la pandemia, se asoció con una chica que trabajaba en música clásica. "Ella, junto a un director, consiguieron de ir al programa de Mirtha Legrand, que era conducido por Juanita, pero no se animaba a hacerlo sola, entonces me sumé a su trabajo y la aconsejé como productor.
Para finalizar, y en el Día del Productor, les dejó un mensaje a los colegas que recién comienzan a transitar el camino: "Nunca bajen los brazos y no pretendan ganar dinero de entrada. Hay que aprender con ganas".