Una tradición lomense de más de 90 años
DE PUÑO Y LETRA. La fiesta más antigua y tradicional volvió la semana pasada a las calles. ¿Pero cómo empezó todo?
¡Hola de nuevo, queridos amigos de La Unión! ¿Cómo empezaron el 2022? La segunda columna del año va dedicada a la fiesta más antigua y tradicional de Lomas de Zamora, esa que hace unas horas celebró su edición número 91 en las calles de nuestra ciudad: la del desfile de los Reyes Magos. Como cada vez que empieza el año, Melchor, Gaspar y Baltasar alegraron el último miércoles a cientos de chicos en una verdadera fiesta popular que atrae incluso a vecinos de otras localidades.
Organizado como siempre por el Círculo Católico de Obreros -también colabora el Municipio-, el desfile comenzó a las 20.30 en Laprida y Meeks, siguió por Boedo y finalizó en la sede la entidad, en Hipólito Yrigoyen al 8400. Antes, por supuesto, los tres reyes recibieron cientos de cartas de los más chiquitos. En medio del brote de casos de Covid por la variante ómicron, el barbijo fue obligatorio y se impulsó la distancia social.
A la medianoche los tres magos de Oriente, como siempre, se tuvieron que ir. Los camellos tenían hambre y sed. Y los juguetes no se iban a entregárselos...
¿Cómo nació la fiesta? Fueron las autoridades del Círculo quienes en diciembre de 1928 organizaron la entrega de juguetes para chicos carenciados en el día de Reyes. La iniciativa se concretó el 6 de enero de 1929, y así se dio el primer paso para llevar a cabo un proyecto que con el paso de los años fue creciendo cada vez más. Un año después, en 1930, el Círculo resolvió organizar el reparto de juguetes y un gran desfile con actores en la noche del 5 de enero. Varias empresas cedieron sus carrozas para el paseo por las calles Laprida y Rodríguez mientras los juguetes eran distribuidos en camiones.
El éxito de aquella juntada superó todas las expectativas de los organizadores y por eso se decidió repetir el festejo año tras año ininterrumpidamente? hasta hoy.
El desfile de Reyes de Lomas es una tradición de la ciudad. Cualquiera que haya crecido en nuestras calles tiene que haber visto alguno. Yo lo también: recuerdo con mucha nostalgia y cariño aquellos días cuando mis padres me llevaban de pibe a ver a Melchor, Gaspar y Baltasar en la plaza de Lomas, antes de volver a casa y dejarles el agua y el pasto a los camellos.
Cada inolvidable noche de Reyes sentía una mezcla de emoción, ansiedad, asombro y alegría por ver a los hombres que venían a alegrarnos desde Oriente. Con el tiempo decidí repetir el ritual con mis hijos Micaela y Elvis disfrutando también el rol de padre. ¡Hasta la semana que viene!