Convirtió la casa de su abuela en un centro médico para los vecinos de Centenario
SUEÑO LOGRADO.
Vanesa Andaur y su esposo comenzaron la iniciativa a pedido de Dady del Carmen, quien era dueña de la vivienda. Después de mucho esfuerzo, lograron abrir y, en plena pandemia, son muy útiles para el barrio. Atienden a bajo costo, y en varias oportunidades, gratis.
Los deseos se hacen realidad. La lomense María Vanesa Andaur recibió hace diez años un pedido de su abuela: convertir su casa en un lugar donde los adultos mayores del barrio puedan atenderse y ser cuidados por profesionales. Junto con su marido, que es doctor, crearon hace tres años el Centro Médico Andora, en Villa Centenario, que ofrece distintas especialidades y trabaja con obras sociales, convirtiéndose en un lugar útil en plena pandemia.
“Mi abuela me lo dijo una tarde mientras tomábamos mates, hace más de diez años. Es que mi marido la cuidó muchas veces de sus enfermedades graves, entonces ella quería que nosotros ayudemos a los vecinos”, contó la lomense.
Vanesa es la encargada de la parte administrativa y atención al cliente del Centro, que funciona en donde era la casa de su abuela, mientras que Oscar Dorado, su esposo, es el director del espacio. El Centro tiene a disposición profesionales en cardiología, gastroenterología, cirugía, traumatología, diabetología, nutrición y, además, ofrecen estudios. A su vez, la intención de la institución familiar (ubicada en Marsella 423) es trabajar con todas las obras sociales y brindar, a través de PAMI, todos los servicios que el adulto mayor necesita para su salud.
“Les damos mucha contención porque en cada uno de ellos veo a mi abuela. Hay algunos que no pueden pagar ni la consulta ni los medicamentos, entonces tratamos de que sea a bajo costo o, en varias oportunidades, de que sea gratis.”
Con esta pandemia, se dieron cuenta que muchos abuelos deben trasladarse lejos de sus hogares para atenderse en un hospital o una clínica. “El vecino necesitaba un centro con todas las comodidades en su barrio”, dijo Andaur, quien luego agregó: “Les damos mucha contención porque en cada uno de ellos veo a mi abuela. Hay algunos que no pueden pagar ni la consulta ni los medicamentos, entonces tratamos de que sea a bajo costo o, en varias oportunidades, de que sea gratis”.
Los sueños son difíciles de llevarlos a cabo, pero con el esfuerzo de más de una década, Vanesa y su marido lo pudieron lograr: “Es una satisfacción personal cumplida. Todos seremos mayores en algún momento y para poder cosechar, primero hay que sembrar”.
Para finalizar, y ante la consulta de lo que pensaría su abuela si pudiera ver el sueño hecho realidad, Vanesa no dudó ni un segundo y respondió: “Me diría que sabía que yo lo iba a lograr, porque por ella siempre di todo. De todas formas, fue un trabajo en conjunto y mi padre también tuvo mucho que ver para concretar a pulmón este proyecto