A 200 años de la sanción de la Ley de Minería en la Argentina
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El nacimiento de la Argentina, desde la época virreinal y hasta su nombre como país, estuvo ligado a la minería como ya lo planteara Juan de Matienzo, oidor en Charcas y primer gran economista suramericano -aunque nacido en España-, en una carta dirigida al rey español Felipe II el 2 de enero de 1566.
El hecho quedó reconocido 200 años atrás, cuando el 7 de mayo de 1814 la llamada Asamblea del Año XIII, bajo la presidencia del catalán Juan Larrea y la secretaría de Hipólito Vieytes, sancionó la Ley de Minería, enviada por el secretario de Hacienda del Segundo Triunvirato, Vicente López y Planes, hacia fines del mes anterior.
La plata, mayoritariamente extraída junto con un poco de oro, del Cerro Rico de Potosí, en la actual Bolivia, fue junto con los metales mexicanos, la base de las finanzas del Imperio Español instrumentado por el piamontés Mercurino Arborio de Gattinara, canciller del rey Carlos I, y sirvió como garantía básica para obtener, de Jakov Függer y otros banqueros, los préstamos para comprar el cetro para el mismo Carlos, del Sacro Imperio Romano Germánico, convirtiéndolo así en Carlos V de ese país.
Para trasladar los metales a Europa había que dar un largo rodeo que implicaba 3.400 kilómetros en carreta hasta el puerto de El Callao, en el Perú, el viaje en barco desde allí hasta Panamá, el cruce del istmo centroamericano hasta Portobelo y de allí, otra vez por mar, hasta el Viejo Mundo.
Eso fue lo que llevó a Juan de Matienzo a aconsejarle a Felipe II el desarrollo de la Cuenca del Plata y la instalación de la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires como el centro de intercambio entre Suramérica y Europa, cosa que concretó el vasco Juan de Garay en 1580.
Así fue como la economía colonial desde entonces se centró en la plata como, por ejemplo, a través de la crianza de mulas, básicas para la explotación y traslado del mineral.
La hoy provincia argentina de Salta fue la gran abastecedora y se convirtió en el principal centro de provisión de mulas del mundo, con un stock del orden de las 60.000.
La Primera Invasión Inglesa, en 1806, estuvo vinculada con el saqueo de las reservas argentíferas acumuladas en la entonces capital virreinal.
William Pius White, un inglés, aunque nacido en los Estados Unidos de América antes de la independencia de este país, que tiene una calle en la misma capital argentina, era un esclavista y contrabandista que enterado de que había cerca de dos millones de libras de plata avisó a William Carr Beresford, quién se hallaba en Ciudad del Cabo, y éste, sin consultar a su gobierno en Londres, se lanzó busca del botín, cosa que logró más allá de su derrota militar final, haciendo que el metal fuera paseado en carroza en la capital británica.
La estructura económica y monetaria del virreinato del Río de la Plata estaba basada en los metales altoperuanos y por ello se hizo tan necesaria la recuperación de ese territorio de manos españolas cosa que recién se logró en la batalla de Ayacucho en 1824, pero en el ínterin se hacía necesario encontrar otras alternativas y así fue como Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno Nacional y más tarde presidente de la Nación como sucesor de Justo José de Urquiza,impulsó una ley de minería.
Pero al sancionar la Ley de Minería, la Asamblea del Año XIII, que sesionara del 31 de enero de 1813 al 26 de enero de 1815, completó una serie de cuestiones importantes para el país, más allá de su errónea política respecto de la postura de los pueblos litoraleños liderados por el gran caudillo argentino-oriental, como él se autodenominara, José Gervasio de Artigas.
Generalmente se conoce que la Asamblea creó el escudo nacional, que estableció la Ley de Vientres para las esclavas y que suprimió los títulos de nobleza, pero también hizo otras varias cosas en el ámbito económico como la eliminación del mayorazgo por lo cual se democratizó la herencia; se eliminó el tributo que se cobraba a los pueblos originarios y se sancionó la referida Ley de Minería.
Claro que esta última incluyó una cantidad de elementos para la futura conformación del país, como la libertad de culto para quienes impulsaran la actividad minera y la obtención de la carta de ciudadanía a los seis meses de la radicación en el país, dos medidas clave para la captación de inversores extranjeros para un sector estratégico por razones económico-financieras y militares, ya que la obtención de metales era indispensable para fabricar armas y proseguir la guerra de la Independen