La Unión | SOCIEDAD

¡Morrison está vivo!

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Por Mauricio Amaya

Fuego, disturbios, exaltación, psicodelia y rock. Hace 10 años, asistí a un recital que fue realmente un viaje en el tiempo: el estadio de Vélez se convirtió durante una noche de octubre de 2004 en una gran taberna de Los Ángeles, como aquellas míticas e intensas en las que Jim Morrison se desquiciaba junto al público.

Con un amigo fuimos a ese concierto llenos de expectativas por escuchar en vivo aquel sonido que nos estremeció tanto. Ese agite mental que todo adolescente puede experimentar a través del rock.

The Doors ahora estaba compuesto por todos los miembros originales, salvo Ian Astbury, ex cantante de The Cult, en reemplazo del gran poeta Morrison.

Entre las 25 mil personas que asistieron esa noche, la gran mayoría se concentraba en las gradas de la popular, y una minoría, que había pagado una exuberante suma para ver el concierto desde asientos, en un sector preferencial del campo, que estaba dividido en dos partes.

En definitiva, gran parte del campo estaba vacío, y las gradas, repletas. Aunque el recital estaba anunciado para las 21, la demora de dos horas para su comienzo fue caldeando el clima de euforia entre el público por ver a un símbolo cultural de los ’60 (bajo la siempre polémica tríada sexo, drogas y rock&roll).

Pero también estaba cargado de indignación ante la organización del evento. El calor fue subiendo hasta estallar: alguien en la popular rompió el alambrado, y con ayuda de otros hizo un hueco que desembocaba al campo.

Otros replicaron la acción, y de repente se abrieron muchos boquetes hacia el campo. Como hormigas, o más bien como presos que ejecutan la fuga, todos invadimos el campo.

La sensación de liberación y rebeldía era clara, y mientras cruzábamos “hacia el otro lado”, un parlante anunciaba “From Los Angeles, California...”, al son del riff de Roadhouse blues.

Ahora, la situación, desde otra perspectiva , era caótica: los asientos fueron volteados en su mayoría, y sólo una valla separaba la última instancia del sector vip.

Los temas de la banda se sucedieron (Break on through, Love me two times, People are strange, Touch me, L.A. Woman, entre otros), ajustados en una interpretación impecable, al igual que la estética arriba del escenario.

¡Parecía que Morrison estaba vivo! Pero otra situación más llamativa y propia de la noche sucedería: las sillas de plástico que habían sido descartadas fueron reunidas en una gran fogata, y la gente bailaba alrededor. El caos fue el corazón de una noche inolvida

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