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Por la convicción de Lanús y el error de Herrera sobre el final

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El Granate hizo los méritos suficientes para ganar, pero lo logró con un penal inexistente que José Sand transformó en victoria. Gabriel Graciani y Román Martínez marcaron lo otros goles.  

El entusiasmo y el fervor suelen encender muchas tardes de fútbol. Pero también la aparente frialdad de una estrategia puede llevar al triunfo por un camino aún con sobresaltos.

Lanús eligió este método, ante un rival que poco a poco se fue resquebrajando hasta dejar una imagen desnuda, partida por el medio, sujeto sin más al ritmo propuesto y ejecutado por los Granates. Sin embargo el fútbol depara sorpresas.

La libreta de apuntes comenzó a completarse con una entrada de Sand, tapada por el arquero, un remate de Velázquez por arriba, un cabezazo de Román Martínez, tras un corner desde la derecha, una de Mouche, que desperdició en posición perfecta de convertir, otra de Miguel Almirón tapada por Axel Werner; nuevamente  Román, sólo, tirándola afuera en el área chica; Acosta de rebote, que Werner encontró cuando era gol, Velázquez de media distancia.

Era para goleada, pero Graciani, a los 41 minutos, encontró una pelota perdida, tras un rebote, para dar la sorpresa. 1  a 0 para Atlético y al descanso.

Tardó, en el segundo, caer el “fruto deseado”. A los 21 minutos, una pelota parada en el área, Gomez anticipó y Román Martínez la tocó, con la punta del botín derecho, a un metro de la línea de sentencia, para empatar el partido. De ahí hasta el final, fue un monólogo local, apretando a Rafaela contra su área. Pero Herrera y sus colaboradores, vieron un penal inexistente a los 46 minutos y Sand concretó lo que merecía, aunque no de ese modo.

Así ganó el equipo de Almirón. Así sumó otro triunfo y así se mantiene al tope de la tabla de posiciones, solo, con su fútbol y sus convicciones. Esos fundamentos que sirvieron para ganarle a Atlético, sumado a un grosero error de la terna arbitral, que vieron una mano que no fue.

Ya no hay más palabras. Hay sí, alegría de un conjunto compacto, pero con la hermosa suerte de no darle lugar a la soberbia. Este Lanús es un espejo. El propio. Por eso su imagen se corresponde no solo con un contorno feliz, sino también con el alma. La del fútbol que juega, por  supue

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