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Banfield festejó en Avellaneda y nadie le quita su gran ilusión

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El equipo de Falcioni amargó más al Rojo, le ganó en el descuento con gol de Juan Manuel Cobo y se le arrimó a un punto a Boca, a quien recibirá en el Florencio Sola luego de las vacaciones.

Ahí está Banfield. Ganando en el Libertadores de América, provocando la ira del hincha de Independiente, hilvanando su quinto triunfo consecutivo. Y respirándole en la nuca a Boca.

Sí, el Taladro de Julio Falcioni sigue agujereando rivales. Arracaron para ilusionar con el partido que se esperaba en la previa. Y terminaron en amagues y frustraciones. Antes de los cinco minutos, los dos arqueros fueron responsables absolutos de mantener su valla en cero.

Primero fue Hilario, que tras un pase al vacío de Bustos a Sánchez Miño tapó en dos tiempos el remate a quemarropa del ex Boca. Cuando todavía el hincha del Rojo (ayer teñido de azul) se tomaba la cabeza, la defensa quedó mal parada,

Cuesta habilitó a Silva tras el pase de Speduti, pero al uruguayo le faltó pimienta en la definición y salvó Campaña. A planteos iguales hubo poca sorpresa, pero en el voltaje que entraron, fue Banfield el que aparecía más peligroso. Independiente tuvo problemas en la salida y la recepción en el mediocampo.

Ahí el taladro estuvo atento en aprovechar las desinteligencias y fallas del rival, pero no le dio claridad a las jugadas en ataque.

De un lado y del otro, los encargados de generar estuvieron irregulares. Ni Erviti, ni Meza, aportaron lo que se esperaba. Sin embargo, Santiago Silva y Diego Vera siempre se las ingeniaron para complicar la tarde-noche de los arqueros.

Hubo un gol bien anulado a Vera, que toque o no de un compañero en la acción previa, siempre estuvo adelantado en el inicio de la jugada.

Antes del final de la etapa, Milito ya estaba preparando a Ezequiel Barco para que el equipo tuviera más fluidez. Al partido, en interés, siempre lo mantuvo Banfield.

Creció el trabajo de Bertolo en la recuperación y el juego, Erviti encontró huecos y sino, los fabricó con inteligencia y el doble cinco plantó bandera en el medio.

Entonces el Rojo se confundió, porque Barco tenía que buscar socios para jugar y terminó corriendo a los rivales. Y llegaron los pelotazos, los murmullos y la falta de paciencia desde las tribunas.

El equipo de Falcioni estaba sólido atrás y lo transmitía en muchos sectores de la cancha. “Movete Rojo movete, movete dejá de joder...” estalló el Libertadores de América, y no porque haya entrado Germán Denis, sino porque se veía que Independiente no arrancaba.

El que llegaba era Banfield, con Erviti, un cabezazo de Silva, un remate cruzado de Sperduti y Bertolo de arriba. Y esa intensidad tuvo premio. Julio metió a Cobo, uno de esos cambios que se utilizan para enfriar el partido. Y

fue el volante que ganó de cabeza, recogió el rebote en Meza y le rompió el arco a Campaña. Así Banfield le agregó más leña al fuego del Rojo. Pero el suyo, el que más importa, continúa siendo sagr

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