Dos lomenses trabajan para que todos puedan acceder a un zapato
MÁS DE 100 MODELOS PARA MUJERES Y 30 PARA HOMBRES.
María y Hugo son una pareja que calza 44 y 47, y tras experimentar grandes dificultades para conseguir zapatillas en su adolescencia se pusieron a confeccionar productos con talles especiales para los demás.
María Eugenia Ignatti y Hugo Meiojas son una pareja de Lomas que llevaron adelante un proyecto propio debido a una condición particular y a una necesidad: ella calza 44 y él 47. Juntos se embarcaron en la industria de calzado exclusivo para confeccionar zapatos y facilitarles a los vecinos de gran talla un lugar donde poder comprar y elegir un modelo.
A mediados de 2015 la idea comenzó a tomar forma y la mujer, de 41 años, se preparó con un curso de diseño y realización de calzado. En un principio contaban sólo con 6 modelos de mujer que iban del talle 41 al 44, entre los que se encontraban botas urbanas, stilettos y zapatos de fiesta. Ya al siguiente año, HUMA Calzados (“HU” por Hugo y “MA” por María) incorporó calzado para hombre, entre el talle 45 y 50.
Con hormas propias, diseñan y tallan el calzado de cuero o sintético, que se hace a mano, debido a que aún no se encuentra industrializado. “Tratamos de que los clientes no pasen por lo que atravesamos nosotros. Tenemos variedad y un precio acorde”, explicó Ignatti sobre los más de 100 modelos de calzados para mujer y los aproximadamente 30 de hombre, para luego agregar: “Los clientes que vienen a probarse un zapato hasta se emocionan porque es la primera vez que se colocan un modelo a color”.
La pareja indicó al unísono que el género femenino es el que más se acerca al local para consultar variedades y realizar las compras, pero que en este último tiempo el hombre cuida mucho más su estética personal y decide innovar con nuevos modelos o colores. Cuando se los consultó sobre los talles más demandados, aseguraron que en los de mujer es el 42, mientras que en el de hombre estándar de talle especial es el 47 o 48.
“Hemos hecho donaciones a personas que no tienen la posibilidad de comprar un calzado y que sí sabemos que lo necesitan por su condición o dificultad. Ayudamos desde nuestro lugar, desde donde nos toca”, contó María Eugenia sobre el lado solidario del proyecto que lleva adelante junto a su pareja.
“Estamos contentos y orgullosos con la zapatería. Los vecinos te reconocen por el trabajo y te abrazan. Eso nos da un indicio de que estamos por el camino correcto. Las chicas trans son las más agradecidas, por el sólo hecho de abrirles las puertas del lugar, tratarlas como cualquier persona y no discriminarlas”, aseguró con mucha emoción la mujer.
Una particularidad se da en Benjamín, hijo de ambos, que con sólo 3 años recién cumplidos (y con una altura que supera el promedio de los chicos de su edad), ya calza 28.
Desde el Municipio ya se han acercado al local para hablar con María Eugenia y Hugo e invitarlos a que participen de diversos cursos que se dictan. “Se pusieron a total disposición y nos van a tener en cuenta para futuras reuniones de emprendedores. Está bárbaro para que podamos seguir aprendiendo y creciendo”, señalaron en conjunto.
Para finalizar, la pareja adelantó que tienen en mente poder ampliarse al rubro de la indumentaria y sumar prendas para quienes lo necesiten. “Con la ley de talles capaz se empiece a trabajar un poco más sobre este tema. Nosotros recalcamos que no son talles especiales ni exclusivos porque hay mucha gente que los necesita”, cerró Hugo.
NIÑEZ. Con una infancia complicada a la hora de comprar zapatillas por su talla, ambos coincidieron que les costaba conseguir su número, aunque el caso de María Eugenia era incluso peor: “Me tenía que comprar calzado de hombre porque de mujer no había. Con el tiempo me los mandé a hacer a medida, pero no quedaban estéticos. A veces sufría discriminación”. “No había opción para elegir. Lo que conseguía, lo compraba”, afirmó el hombre de 39 a