La familia Radics, sinónimo de bioquímicos: su historia en Lomas

PROFESIONALIDAD Alejandro comenzó como farmacéutico y tenía un laboratorio de hobbie: fue su hijo y su nieta quienes siguieron con el legado y la pasión por la profesión.

Crédito: Eduardo Alfaro.

Alejandro y Sabrina no solamente comparten apellido, sino también una misma pasión.

Crédito: Eduardo Alfaro.

Los inicios se remontan a la década del '50.

Crédito: Eduardo Alfaro.

Actualmente, el laboratorio funciona en Arenales y Monseñor Schell.

Cada 15 de junio se celebra en Argentina el Día del Bioquímico en homenaje al nacimiento del doctor Juan Antonio Sánchez, quien fue el propulsor de la instauración de una profesión bioquímica con fuertes bases científicas y profesionales. En Lomas, la familia Radics es reconocida por ejercer la profesión: Alejandro fue quien inició el camino en 1954 y fueron su hijo y su nieta quienes aún lo mantienen más vivo que nunca, en el corazón de Banfield.

Alejandro Radics (64) es un bioquímico lomense que decidió seguir los pasos de su papá a la hora de elegir una profesión para su vida. Y es que Alejandro Radics (padre) comenzó a ejercer como bioquímico en una farmacia de Lomas, más precisamente en Amero y Pedernera, hasta que luego pudo construirse su propia vivienda, un local y un laboratorio en Arenales y Monseñor Schell. "Mi padre trabajó desde 1954 hasta su jubilación, allí por 1985", acotó, dejando en claro que más que una profesión era una pasión diaria que duró más de cuatro décadas.

Mi padre trabajó desde 1954 hasta su jubilación, allí por 1985.

"Yo siempre estuve acompañando a mi padre en su trabajo, sobre todo en la farmacia, ese espacio donde también pasé mis primeros 10 años de vida ya que mi mamá también colaboraba en el negocio con mi padre", rememoró Alejandro sobre su infancia. A medida que fue creciendo se dio cuenta que la bioquímica lo apasionaba y fue por eso que decidió estudiar su carrera en la Universidad de Buenos Aires, donde finalmente se recibió.

Sin embargo, con el correr de los años, Alejandro quiso comenzar a despegarse de lo que era netamente comercial como la farmacia. Y ese que, además de bioquímico, el lomense se especializó en bacteriología clínica y fue por eso que "me abrí de la farmacia y le di el empuje que necesitaba el precario laboratorio de mi padre, quien lo tenía a modo de hobbie". Es importante aclarar que la farmacia cerró sus puertas hace varios años y que actualmente sigue funcionando dicho laboratorio, a modo de herencia familiar.

"La bioquímica es una rama de la medicina que participa en la colaboración para el diagnóstico de las patologías, con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes", indicó técnicamente Alejandro, al ser consultado sobre el objetivo de su trabajo, el cual está centrado en lo que son "los líquidos biológicos, como son la sangre, la orina y secreciones, entre otros". "Siempre puse lo mejor de mí para el bienestar del paciente, sobre todo en el aviso inmediato ante alguna anomalía", señaló.

Siempre puse lo mejor de mí para el bienestar del paciente, sobre todo en el aviso inmediato ante alguna anomalía.

Al ser consultado sobre el instrumental, Alejandro dejó en claro que sus actuales herramientas son totalmente diferentes a lo que eran en sus inicios en la labor. La tecnología llegó para quedarse y mejoró sustancialmente el trabajo diario, ya sea en la cantidad de producción como en la eficiencia a la hora de emitir un resultado. "Una anécdota que tengo con mi padre es que traía sapos al laboratorio para determinar si una mujer estaba embarazada: se les inyectaba la orina y así se podía saber el resultado", reveló.

La hija de Alejandro, Sabrina, es la tercera generación de la familia, y también siguió la carrera de bioquímica, de la que se recibió en 2023 en la Universidad Arturo Jauretche (también es ingeniera zootecnista, recibida en 2013 en la Universidad Nacional de Lomas). Lo cierto es que Sabrina actualmente colabora con su papá en el laboratorio. "El apellido no es un peso en lo absoluto, al contrario, es un orgullo continuar con esta profesión familiar. Estar en el laboratorio es algo que disfruto, que lo he hecho incluso desde antes de recibirme, y el trato con los vecinos del barrio es hermoso", cerró Sabrina, dejando en claro que su hijo Joaquín (de ocho años) también es amante del laboratorio y que ya manifestó querer ser bioquímico como su mamá y abuelo, aún sin saber que su bisabuelo fue quien comenzó todo.

Cabe resaltar que la fecha elegida para el Día del Bioquímico en el país fue instituida en una asamblea de la Confederación Bioquímica Argentina, en 1961.

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