TERCER VIAJE La narradora oral lomense Graciela Joaquín viajó a su tierra natal, para cumplir su sueño de "que los libros lleguen a los lugares más alejados del país".
La narradora oral de cuentos lomense Graciela "Juje" Joaquín viajó al Norte, más precisamente a la provincia de Jujuy, para hacer un acto de amor y de solidaridad enorme: llevó una gran donación de libros para distintas instituciones educativas. Allí estuvo desde el 29 de noviembre al 1° de diciembre, donde recorrió cuatro escuelas y compartió rondas de narración junto a los alumnos y a los habitantes de los pueblos.
Por tercer año consecutivo, la "Juje" viajó junto a su compañero de ruta Cristian Bensel a la Puna jujeña con la intención de llevar una gran donación de libros a escuelas y comunidades de la zona. "Las donaciones las reuní a lo largo del año gracias a amigos y conocidos que me hicieron llegar muchos libros. Logramos llenar una camioneta para poder abastecer a cuatro escuelas que se encuentran en Jujuy, a 3.400 metros de altura", contó Graciela.
La Escuela Hogar Primaria N°80 Vicente López y Planes y la Escuela Primaria N°440 Batalla de Quera (ambas pertenecientes al departamento de Yavi), la Escuela Hogar Primaria N°49 Medalla Milagrosa (de La Ciénaga Santa Catalina, donde viven 150 habitantes originarios) y el Colegio Secundario N°69 de La Quiaca fueron las instituciones beneficiadas con las donaciones.
La última escuela, inaugurada hace un año, tenía el espacio físico para una biblioteca, pero no contaba con material a disposición, por lo que les dejaron 17 cajas de libros, enciclopedias, diccionarios y textos de literatura general.
"Viví en La Quiaca mis primeros 13 años de vida. Cuando emigré a Buenos Aires y me radiqué en Lomas de Zamora siempre soñé con llevar libros a las escuelas de la Puna porque sé que allí son muy necesarios y no se consiguen", dijo, a pura emoción, sin olvidarse de sus raíces.
Cabe resaltar que la narradora oral y mediadora de lectura tiene como lema "que los libros lleguen a los lugares más alejados del país" y es por eso que realizó esta acción solidaria. Pero, además, se tomó el tiempo de compartir la palabra en zonas marginales y apartadas, donde es muy difícil que llegue material didáctico. "Los libros que donamos contaban con ilustraciones y eso a los chicos les encanta. Creo que esa es la puerta para que aprendan a leer y a amar la lectura", señaló, muy convencida.
Y rápidamente agregó: "Esta labor permite que personas de todas las edades disfruten de herramientas desconocidas como narraciones orales, lecturas personificadas y susurradores de poesía".
"La respuesta de los niños y los docentes fue hermosa, no nos dejaban ir de cada lugar. Los chicos y las chicas tomaban los libros y leían sin parar, mirando fascinados las páginas e ilustraciones de colores", rememoró Graciela, quien admitió que no pudieron evitar que les caigan lágrimas ante tanto amor y agradecimiento. "Volví feliz y emocionada de haber hecho realdad mi sueño", cerró.