IDEALES PARA EL MATE Demian Ortíz encontró una oportunidad en plena pandemia y recorre Villa Galicia, donde vive desde hace unos años. "Voy a pie y con mi canasta", asegura.
El destino le tenía preparado a Demian Ortíz una oportunidad para salir adelante en medio de la pandemia, y el lomense no la desaprovechó. Se quedó sin trabajo y se reinventó gracias al oficio de su padre: una fábrica de churros. Hace ocho meses que Demian ayuda a su papá a rellenar los churros con dulce de leche y luego sale, a pie, a vender por Villa Galicia.
"En plena pandemia me quedé sin trabajo y aproveché que mi papá es fabricante de unos churros muy ricos para insertarme en ese rubro y generar un ingreso económico", empezó a contar Demian sobre la posibilidad que se le presentó para hacerle frente a una situación delicada, que por suerte pudo solucionar.
Estoy convencido que a los vendedores ambulantes hay que ayudarlos todos los días, en este contexto y en cualquier otro.
Ortíz arranca su recorrido en Pasco y Bombero Ariño, pasa por Pedernera y llega hasta las inmediaciones de la cancha de Banfield. "Es bastante amplio, pero no tengo problema. Voy a pie y con mi canasta, de paso visito a mi hermano, que vive por ahí", contó, e inmediatamente agregó: "Estoy convencido que a los vendedores ambulantes hay que ayudarlos todos los días, en este contexto y en cualquier otro".
Ortíz arranca su recorrido en Pasco y Bombero Ariño, pasa por Pedernera y llega hasta las inmediaciones de la cancha de Banfield.
La fábrica del papá de Demian se encuentra ubicada en Wilde (En Instagram se los puede encontrar como @wilda_churros_artesanales) y el lomense es el encargado de rellenar los churros caseros con dulce de leche. Su jornada laboral es de seis a ocho horas, entre que prepara los churros y sale a venderlos por las casas de Villa Galicia, barrio donde vive desde 2019. "A medida que la gente prueba el producto, me va cada vez mejor", sostuvo.
Cabe destacar que, antes de comenzar a ayudar a su papá con la fabricación de churros y la venta, Demian trabajó en logística y, además, es actor y se recibió de docente de teatro en Llavallol. Pero la pandemia causó estragos en ambos rubros y encontró en la fábrica un refugio para darle pelea a la delicada situación.
En plena pandemia me quedé sin trabajo y aproveché que mi papá es fabricante de unos churros muy ricos para insertarme en ese rubro y generar un ingreso económico.
Para el éxito de este emprendimiento, Ortíz explicó que es fundamental no tenerle miedo a la calle y pensar lo menos posible en la inseguridad. Pero, sobre todo, agradeció el apoyo de los vecinos, quienes compran los churros, para acompañar los mates del desayuno o de la merienda, y motivan a Demian a seguir con la actividad: "Sin su ayuda, todo sería imposible".