¿Y ahora?

MUNDOS PERSONALES.

La caja de cristal que hasta ayer resguardaba al Gobierno estalló en mil pedazos. La rotunda derrota de Juntos por el Cambio en prácticamente todo el país fue un durísimo golpe de realidad para la Casa Rosada, un mensaje contundente de la sociedad.

Los casi cuatro años de gestión de Mauricio Macri marcados por una economía en caída libre, una inflación incontrolable, el aumento de la desocupación y de la pobreza tuvieron su correlato en las urnas, justo cuando el oficialismo se mostraba más confiado.

Quizá subestimando el impacto que tiene el bolsillo en toda elección, o directamente alejado por completo de la realidad, preso de su propio marketing, su propio relato, el macrismo recibió un baldazo de agua fría, un fuerte cachetazo ante su falta de autocrítica.

Los 15 puntos de diferencia que le sacó la fórmula Fernández-Fernández al tándem Macri-Pichetto, y los 17 que logró Kicillof sobre Vidal no dejan lugar a dudas: la mayoría de los argentinos está pidiendo a gritos un cambio, exige que el país tome otro rumbo totalmente distinto al actual.

No se pueden pasar por alto ni tapar el desplome de todos los indicadores económicos, el derrumbe de la actividad, con miles de fábricas cerradas, trabajadores con salarios desinflados, jubilados que no llegan a comprar sus medicamentos, más allá de la herencia recibida.

La negación tiene un límite.

Ahora, entonces, llegará el tiempo de encarar una nueva etapa, una nueva Argentina.

Habrá que ver si Cambiemos acusa recibo y reflexiona. O si directamente tira la toalla.

Lo preocupante de eso será que, pase lo que pase, esta nueva fase se desarrollará con un Gobierno que, a partir de hoy, verá afectada su gobernabilidad aunque el resultado de las PASO no sea el definitivo. Todo se resolverá en octubre.

Si los funcionarios de Cambiemos, con este resultado, se van a dormir, como les recomendó Macri ayer a sus seguidores, la Argentina seguirá en problemas mucho peores.

El desafío que tendrá el próximo Gobierno a partir de 2020 será complicadísimo. Los problemas estructurales del país siguen en pie, y encima está el FMI de por medio.

Ojalá que la mirada esté puesta a largo plazo y que no piensen en sus propios intere