Grasso llevó la bandera lomense a La Pampa
Bajo un temporal. El corredor banfileño participó de la Maratón Internacional "A Pampa traviesa", siendo el único de la región entre 250 atletas más.
En un año marcado por las particularidades de la pandemia y la imposibilidad de competir, un lomense se dio un último lujo antes del reinicio de las restricciones por la segunda ola. Ezequiel Grasso participó de la Maratón Internacional "A Pampa traviesa", en la ciudad de Santa Rosa, La Pampa.
En una travesía de 42 kilómetros, el banfileño fue el único representante local entre más de 250 competidores y en un contexto que complicaba la presencia de corredores de distintas zonas. A lo coyuntural se sumó una cuestión que estaba fuera de lo planificado: el clima. Un temporal de varias horas de tormenta azotó a la ciudad y las calles se inundaron a la par del desarrollo de la carrera por lo que en varios tramos corrieron directamente sobre agua, alterando los tiempos y el ritmo normal.
Sin embargo, nada los detuvo. Las ganas de volver al terreno (fue la primera maratón que se hace en 2021 en Argentina) y de sentir el "fuego en las piernas" después de más de dos horas corriendo hicieron que todo el esfuerzo valiera la pena. "Sea lo que fuera que pasara, iba a correr igual, pero la verdad que costó con semejante diluvio. Chapoteábamos en el agua y desde ya fue imposible mejorar los tiempos. Igualmente, el balance es positivo: en 2018 hice el mismo tiempo que ahora, pero con un clima ideal, en un día apto para correr, así que en ese sentido estoy contento. Siempre me exijo y pretendo un poquito más", señaló Grasso.
Esta maratón fue la N°20 para Ezequiel. Con 41 años y proveniente de un ámbito alejado por completo del deporte, decidió conformar una rutina diaria que lo vincule al running. Y el Sur es clave en su historia. Partiendo desde su hogar en Lomas Este, todos los días corre por la calle Belgrano hasta la Universidad de Lanús, donde continúa por 29 de septiembre unos kilómetros más y regresa a Banfield. A esa rutina, le suma también dos pasadas semanales en el circuito del Parque de Lomas.
"Yo me catalogo como un corredor de calle. Empecé porque fui a hacerme un chequeo en 2010 y tenía mucho colesterol, le pregunté al cardiólogo qué hacer y me indicó que lo mejor era sumar actividad física. Llegué a casa ese mismo día, me puse un par de zapatillas que tenía por ahí, un pantalón corto, una remera de algodón y empecé a hacer correcaminata. Iba de mi casa a la Clínica Lerena (en Belgrano y Larroque) y de ahí hasta Arenales y Monseñor Shell. Estuve así un año entero, entrenando solo porque el objetivo era bajar de peso y mejorar el colesterol. A fuerza de cambiar también las comidas y empezar a correr, logré mejorar mi estado y ya después se me transformó en un hábito", explicó.
En el camino empezaron a caer las competencias y hoy ya acumula un centenar sumando mediamaratones y otras distancias en Buenos Aires, Rio de Janeiro, Córdoba, Mendoza, Rosario y Mar del Plata, entre otros destinos. "Yo arranqué por salud, pero terminé encontrando mi cable a tierra. Soy de pensar que corriendo y entrenando uno soluciona muchas cosas. Desde ya que no se arregla todo, pero logras relajarte, descargar tensiones. Hoy lo tomo como medio de vida, lo hago porque me gusta y siempre que surge la posibilidad trató de competir para marcar tiempos y ponerme a prueba", cerró.