Nicolás Avellaneda y sus vacaciones en Temperley
DE PUÑO Y LETRA. Uno de los hombres más importantes del país en sus primeros años tenía como destino preferido esta localidad de Lomas, donde tenía su propia quinta.
Hola, amigos de La Unión. Escribo estas líneas lejos de casa, de vacaciones. Siempre me pareció que enero es el momento ideal para relajar y tomarse unos días de descanso en familia. La mayoría de los argentinos piensa igual: me cuentan amigos que el barrio está vacío. A pesar de la pandemia, muchos vecinos armaron las valijas y se fueron lejos a cambiar el aire y cargar energías.
Enero es sinónimo de descanso incluso para quienes tienen las responsabilidades más importantes. Se acordarán de la polémica por las extendidas vacaciones que el ex presidente Mauricio Macri se tomaba en Villa La Angostura. Cristina Kirchner también elegía la Patagonia en verano: siempre se iba (y se sigue yendo) a El Calafate, su paraíso personal. Alberto Fernández todavía no pudo descansar demasiado: pasó Fin de Año en la residencia oficial de vacaciones de Chapadmalal, cerca de Mar del Plata, pero volvió al trabajo a las pocas horas. Cuentan el Presidente que les pidió incluso a sus ministros que no se tomen ni un día de descanso, por la pandemia y la crisis.
Ahora bien, si hay un lugar que los políticos no quieren visitar en el verano es el Conurbano bonaerense, un distrito que suelen recorrer cientos de veces durante el año. Pero al ir mucho más atrás en el tiempo en la lista de presidentes, la cosa era diferente: el destino preferido de Nicolás Avellaneda -uno de los hombres más importantes de nuestro país en sus primeros años- era nada más y nada menos que Temperley, donde estaba su propia quinta y la quinta Paradise Grove de... ¡Lomas de Zamora!
Nacido en Tucumán el 3 de octubre de 1837, Avellaneda comenzó en la política siendo diputado bonaerense, aunque al poco tiempo pasó a ser ministro de Gobierno de la Provincia, durante la gobernación de Alsina. En 1868, el por entonces presidente Sarmiento lo designó como ministro de Justicia. Tanto creció Avellaneda que terminó siendo, en 1874, su sucesor en el sillón de Rivadavia. Su mandato es recordado por la primera gran inmigración, la promoción de la universidad pública y la federalización de Buenos Aires.
La cercanía de la residencia con la estación de Temperley la hacía muy accesible desde Capital.
En medio de un clima político muy convulsionado, el presidente decidió en 1877 buscar un lugar para descansar junto a su familia. Y encontró en Temperley un lugar algo ideal, cerca de la quinta Paradise Grove, actual sede del colegio San Albano, propiedad de Henry A. Green . Ese predio abarcaba varias manzanas entre la avenida Meeks y las calles Guido, Liniers y General Paz. La cercanía de la residencia con la estación de Temperley la hacía muy accesible desde Capital.
El portón principal estaba sobre la calle General Paz, a unos metros de Meeks. La casa principal, con sus jardines y parques, tenía el aspecto "cottage" inglés, de referencias rurales tardo-victorianas. Tenía lujosos detalles en mármol y caoba. En el parque no faltaba un juego de cricket, varias sillas de montar y hasta dos caballos. Esta simpática historia aún está registrada en nuestras calles: las actuales Avellaneda y Nóbrega llevan esos nombres en recuerdo de don Nicolás y su esposa Carmen. ¿Qué tal?