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Julio Cortázar y los recuerdos de su niñez en Banfield 

Un grande. Hace 110 años nacía el notable escritor que supo rememorar al barrio de su infancia con bellas palabras. "Era mi reino", dijo en una entrevista. 

Julio Cortzar

Julio Cortázar.

Banfield puede jactarse, y con méritos suficientes, de haber sido la residencia de uno de los mejores escritores de habla hispana. Julio Cortázar llegó a esta ciudad a los 4 años, en 1918, y la dejó alrededor de sus 17. 

Julio Cortázar nació el 26 de agosto de 1914, hace 110 años, en Bruselas, Bélgica, donde su padre se desempeñaba como funcionario diplomático de la embajada argentina. 

Por entonces la ciudad estaba ocupada por los alemanes y la vida de los Cortázar estaría marcada por el devenir de la Primera Guerra Mundial. 

Lograron instalarse un tiempo en Suiza y más tarde en Barcelona antes de que la familia pudiera regresar a Argentina, cuando Julio tenía 4 años. 

"Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás", contó Julio Cortázar en una entrevista narrando sus primeros años cuando era alumno de la Escuela 10, que funcionaba entonces en Maipú y Belgrano.

También hizo correr tinta, en este caso en una carta, sobre frágil salud cuando niño: "Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente". 

"Mi madre dice que empecé a escribir a los 8 años, con una novela que guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentativas por quemarla", dijo el autor.

Julio Cortázar vivió desde los 4 a los 17 años en Rodríguez Peña 585, un edén que lo marcó a fuego. "Siempre he vuelto a él, lo he evocado en algunos cuentos porque aún hoy lo siento muy presente", dijo a pocos años de su muerte.

Y contó además: "Banfield es el tipo de barrio que tantas veces encuentras en las letras de los tangos. Recuerdo que tenía una pésima iluminación que favorecía al amor y a la delincuencia, en partes iguales. Y que hizo que mi infancia fuera cautelosa y temerosa por el clima inquietante que hacía que las madres se preocuparan cuando salías. Pero al mismo tiempo era para un niño un paraíso, porque mi jardín daba a otro jardín. Era mi reino". 

"En el fondo de mi casa había un jardín lleno de gatos, perros, tortugas y papagayos: un paraíso. Pero en este jardín yo era Adán, en el sentido de que no conservo recuerdos felices de mi infancia, demasiadas tareas, sensibilidad excesiva, tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados. Mi cuento 'Los venenos' tiene mucho de autobiográfico. Sin embargo ese era mi reino y he vuelto a él, lo he evocado en algunos cuentos, porque aún hoy lo siento muy presente, muy vivo", dijo en una entrevista. 

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