Salir adelante: se gana la vida dibujando y sueña con enseñar arte

SUPERACIÓN. Yesica Ortega era empleada doméstica y ayudaba con dinero a su familia. Se quedó sin empleo y ahora vende sus ilustraciones para hacerle frente a la pandemia.

La vida de Yesica Ortega es una superación constante y su energía para no rendirse es digna de admirar. Nacida en Paraguay, llegó a Argentina hace más de cuatro años y trabajaba de empleada doméstica para ayudar a su familia en el país limítrofe, pero la pandemia la dejó sin empleo. Sin embargo, se volcó al arte, una pasión que traía desde muy chica: hace dibujos para ganarse la vida y sueña con enseñarle las técnicas a los chicos de Fiorito que se acercan frecuentemente al Centro Mbuyapeyense.

Yesica nació en Paraguay y vino a Argentina junto a sus abuelos hace más de cuatro años. La lomense de 21 años era empleada doméstica y trabajaba en Capital, pero la pandemia impidió que pueda seguir con su empleo. Su actividad era muy importante, no sólo para ella, sino también para su familia: parte de su sueldo se lo mandaba a sus hermanos que viven en el país limítrofe. En una situación adversa, el Centro Mbuyapeyense de Fiorito actualmente es su refugio y fue el lugar en donde despertó nuevamente su pasión por el dibujo, la cual transformó en su estilo de vida y su ingreso económico.

Me gustaría poder enseñarles a dibujar y a tocar la guitarra a los chicos que vienen periódicamente al Centro Mbuyapeyense de Fiorito. Quiero que aprendan sobre el arte y compartir con ellos lindos momentos.

"Desde chica siempre me gustó dibujar, pero nunca tuve el apoyo necesario para seguir por ese camino", contó Ortega, que tomaba al arte como un pasatiempo, hasta que un amigo le insistió para que haga conocer sus obras. Actualmente es su empleo y su fuente de ingreso: toma pedidos y dibuja por encargue, adaptándose a los gustos de cada vecino. Los interesados en conocer los trabajos que hace Yesica pueden ingresar a su perfil de Instagram, donde sube periódicamente sus avances.

La lomense de 21 años era empleada doméstica y trabajaba en Capital, pero la pandemia impidió que pueda seguir con su empleo. Su actividad era muy importante, no sólo para ella, sino también para su familia: parte de su sueldo se lo mandaba a sus hermanos que viven en el país limítrofe. En una situación adversa, el Centro Mbuyapeyense de Fiorito actualmente es su refugio y fue el lugar en donde despertó nuevamente su pasión por el dibujo, la cual transformó en su estilo de vida y su ingreso económico.

Dibujar retratos y pintar paisajes es lo que más le gusta a Yesica, dentro del amplio abanico de posibilidades que le brinda el arte. Lápices y bolígrafos, con luces y sombras, son los materiales y las técnicas elegidas para hacer los rostros, mientras que para la naturaleza se inclina por el acrílico. "Probé muchas cosas que me recomendaron y que vi en distintos videos. Me siento cómoda con lo que uso", explicó Ortega, que rápidamente recordó que su primer dibujo fue uno de Betty Boop.

HUMILDAD

"Antes vivía con un amigo, pero tuvo un accidente y ya no pude mantener yo sola el alquiler. Así conocí al Centro Mbuyapeyense, que me recibió y me dijo para vivir ahí", contó Yesica sobre uno de los momentos más complicados que tuvo que atravesar. En plena pandemia, la institución (Canadá 1495) se caracteriza por colaborar con la comunidad y les da la merienda a los chicos de Fiorito. "Me gustaría poder enseñarles a dibujar y a tocar la guitarra a los chicos que vienen periódicamente al centro. Quiero que aprendan sobre el arte y compartir con ellos lindos momentos", admitió, en un claro gesto de bondad con el espacio que la recibió.

"También quisiera estudiar dibujo, es un deseo que tengo porque creo que todavía me queda mucho por aprender. Ojalá pueda tener mi propio espacio para el arte", concluyó la lomense.

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