Llegó a Lomas de casualidad y hoy una calle lleva su nombre
HISTORIA LOCAL. Juan Garona alternó su vida entre la medicina y la política. Nació en San Vicente, pero un susto lo obligó a desembarcar en el distrito.
Lomas de Zamora dio en su rica historia bonaerense muchos hombres a la política. En más de una oportunidad repasamos la vida y trayectoria de ilustres vecinos que trascendieron el ámbito local y llegaron a los más altos puestos y responsabilidades nacionales como legisladores, gobernadores o incluso presidente.
Hoy quiero referirme a un dirigente notorio de la UCR de Lomas que tuvo un destacado protagonismo a lo largo de su carrera: cuando en 1917 murió Marcos Grigera, el doctor Juan A. Garona presidió el comité del radicalismo local. La presencia de Hipólito Yrigoyen en las exequias del dirigente desaparecido pudo haber sido el espaldarazo que avaló la sucesión y desde entonces Garona no perdió una sola elección de ese partido. Así se consagró como el referente máximo, el principal caudillo de la UCR de Lomas de Zamora.
Garona nació en San Vicente, provincia de Buenos Aires, en 1878 y por una situación fortuita su familia se radicó en nuestra ciudad. Había contraído de chico una enfermedad que para su curación debía atenderse en la ciudad de Buenos Aires. Durante el viaje en tren se complicó su cuadro a la altura de Temperley y su madre decidió bajarse en la estación de Lomas para una atención médica urgente. Esta fue hecha por el doctor David Prado, un destacado profesional de esa época.
Su consultorio estaba junto al comité partidario. Existía una relación íntima entre ambos. A veces extendía recetas a cargo suyo en la farmacia, sin que el amigo o el correligionario sospecharan del ocasional altruismo personal.
La familia decidió alquilar una casa en la calle Acevedo 59 y desde entonces, debido a la mejor atención médica del pequeño Juan, se afincaron en el barrio. Garona se graduó de médico muy joven y alternó su profesión con la política local. En el fervor de las luchas cívicas el doctor Garona mantuvo la serenidad que siempre lo caracterizó y pudo sacar adelante varias discusiones.
Su consultorio estaba junto al comité partidario. Existía una relación íntima entre ambos. A veces extendía recetas a cargo suyo en la farmacia, sin que el amigo o el correligionario sospecharan del ocasional altruismo personal. Fue concejal municipal, senador y diputado provincial, diputado nacional. Desde sus cargos mostró compromiso y responsabilidad por la cosa pública y el bien común.
En los últimos años de su vida, ya alejado de la política y los cargos públicos, don Juan Garona se mostraba en los atardeceres por el barrio. Una de las calles de Lomas, que nace unos 200 metros hacia al oeste de la avenida Hipólito Yrigoyen, lleva su nombre en homenaje a su memoria y a su gran trayectoria como vecino ilustre. Un dirigente radical, un destacado médico, que dejó su huella de bien y honestidad ante todo. Hasta la semana que viene.