Trabaja desde los 8 años, crió a sus hermanos y sueña con ser contador público
SUPERACIÓN. El lomense Luis Robles sabe lo que es sobreponerse a las adversidades. Con 43 años, quiere ser profesional y busca un empleo para dejar la venta ambulante.
El lomense Luis Robles no sabe lo que es rendirse ante las adversidades: vende garrapiñadas en el Puente La Noria desde su infancia y, a sus 20 años y tras la muerte de su madre, se hizo cargo de sus tres hermanos más chicos. A sus 43 años, es consciente de que quiere un futuro mejor para su vida y estudia para ser contador público en la Universidad de Lomas, con el sueño intacto de tener un título. Además, está en la búsqueda de un trabajo en blanco o una pasantía en algún estudio contable para mejorar su calidad de vida.
Luis Robles es vendedor ambulante desde los 8 años, trabaja desde las 11 y hasta las 20 en La Noria. "Me crié ahí, siempre acompañaba a mi papá a trabajar", dijo Luis, que es el tercero de seis hermanos y que tiene una historia de superación muy admirable.
En 1998, su mamá (uruguaya como su padre y que juntos llegaron a Argentina en 1976) falleció a causa de un cáncer. Luis, con 20 años, se hizo cargo de sus tres hermanos más chicos, de 14, 12 y 11, ya que su papá formó una nueva pareja y se mudó. "Mi madre me pidió que no deje de cuidar a mis hermanos. Ella murió un sábado en el Hospital Evita y el lunes yo ya estaba con la venta de garrapiñadas para pagar los gastos, no me quedó otra", recordó sobre el doloroso golpe que tuvo que atravesar.
El Municipio se contactó con Luis y actualmente lo asiste con la impresión de los materiales que necesita para la cursada, mientras que Desarrollo Social también colabora con él. Además, varios amigos y vecinos lo ayudan y lo alientan para que no deje la carrera.
"Cuando busco un empleo me dicen que soy grande y es la verdad, a mí se me fueron muchos años en terminar de criar y educar a mis hermanos", explicó el lomense de 43 años y contó que sigue en la búsqueda activa de cualquier empleo en blanco: "No tengo problema, quiero trabajar. Si hay algún contador que me pueda ofrecer una pasantía también me sirve para capacitarme y estaría muy agradecido".
"Hace unos años le escribí una carta a mi mamá, en donde le cuento que había cumplido con lo que me pidió, diciéndole que mis hermanos estudiaron, crecieron y formaron sus respectivas familias", concluyó el vecino.
Para aquellos que quieran colaborar con Luis, ya sea para que pueda continuar con sus estudios como con la posibilidad de algún empleo, pueden contactarse por celular al 1167430842 o por Instagram (@luis180477).
"Nunca dejé que mis hermanos más chicos vayan a trabajar a la calle. Los incentivé para que terminen los estudios y busquen un trabajo", contó Robles. Luis pudo terminar la secundaria en 2005, en el Bachillerato de Adultos del Instituto Emilio Lamarca. En ese momento decidió anotarse en la universidad para ser contador público, mientras no descuidaba la venta de garrapiñadas. "La realidad es que no tenía plata ni para pagarme el boleto y los apuntes, entonces tuve que dejar", rememoró.
Las ganas fueron más fuertes y al año siguiente se volvió a anotar, ya con libros y fotocopias que le había regalado una amiga: "Ahí empecé a dar materias, pero la situación económica del país hizo que vuelva a abandonar para dedicarme a trabajar".
"En diciembre del año pasado retomé los estudios porque yo no quiero morir en la calle. Sabía que me iba a costar porque vivo al día", dijo Luis. En marzo llegó la pandemia y las clases virtuales: con su computadora rota, asiste a las clases gracias a su celular, pese a las dificultades de conectividad y del uso de datos. Ya tiene 22 materias aprobadas y le quedan 13 materias para recibirse.