Cuando Einstein eligió Llavallol para descansar
De puño y letra. Llegó al país en marzo de 1925 para participar de reuniones con distintos referentes de la ciencia y la cultura de la época. Al terminar, se hospedó en Moldes y De la Peña.
¡Hola de nuevo, queridos vecinos y amigos de La Unión! Qué lindo es saber que están del otro lado. Y mucho más lindo es cuando me mandan un mensaje para contarme que leyeron y les gustó un texto mío. ¡Ni hablar si quien me escribe es un (o una) protagonista de alguna historia que pasó por estas columnas! Eso me ocurrió la semana pasada: horas después de publicar la historia del Parque Finky recibí un mensaje de Alejandra, nieta de Felipe Finck, el antiguo dueño del terreno. Me contó que su abuelo criaba ganado hasta las vías del ferrocarril, y que todavía recuerda cuando iba a jugar con sus primos a los vagones abandonados de los trenes. Gracias, Alejandra, por compartir un pedacito más de historia con nosotros.
Hoy vamos con otra historia sobre nuestro barrio. Una conocida por muchos, pero que siempre vale la pena volver a revivir. ¡Quizás hasta encontramos un testigo!
Viajemos a 1925. El mundialmente aclamado Albert Einstein decidió tomarse unas vacaciones. Como venía a la Argentina por cuestiones académicas, el físico alemán aprovechó y eligió un destino en nuestro país. Los viajes, por entonces, solían demorar semanas: así, Einstein terminó de vacaciones en... Llavallol. Sí, por más loco que hoy suene, hace casi 100 años el hombre que revolucionó la ciencia al enunciar la teoría de la relatividad descansó unos días en esa tranquila localidad de nuestro partido.
Se saben algunos detalles sobre su visita: Einstein llegó al país en marzo de 1925, invitado por el diario La Prensa, que le organizó una visita a la Universidad de Buenos Aires y reuniones con distintos referentes de la ciencia y la cultura de la época. Entre esas célebres personalidades se encontraba el matrimonio Wasserman, que alojó a Einstein en su mansión de Belgrano. Tras asistir a varios agasajos y a dar charlas en la UBA, en Rosario y en Córdoba, el alemán se quiso tomar una semana de descanso. Los Wasserman, sus anfitriones, le ofrecieron entonces la cabaña que tenían en el sur del Gran Buenos Aires. Para esa época, claro, en Llavallol no había tantas fábricas como hoy en día. Ni siquiera viviendas: apenas algunas casas quintas y mucho espacio verde.
Aquella coqueta cabaña estaba ubicada en el lugar donde hoy funciona el colegio La Milagrosa, en la esquina de Moldes y De la Peña.
Cuentan los historiadores que el físico más famoso de la historia solía recostarse a leer y a tocar el violín en el pasto y que salía a caminar por las calles de tierra al atardecer. Siempre andaba con su traje gris y su enmarañada cabellera blanca, "algo distraído, sencillo, amable y con buen humor". A Einstein, cuentan, le encantaba pasar por el viejo puente de la estación de tren y sentarse allí a ver la puesta del sol. El lugar lo entusiasmó tanto que decidió extender unos días su visita y conocer más el sur. Así fue como llegó a visitar los agrestes senderos de Santa Catalina, donde hoy está la Universidad de Lomas, la plaza Grigera y el hotel Las Delicias de Adrogué. Pequeños rincones de nuestro barrio. ¿Qué tal?