La época de oro del cine en zona Sur
de puño y letra. Las primeras pantallas aparecieron en un café y en un hotel en el centro de Lomas. Cuando la demanda fue aumentando se fueron sumando salas inolvidales.
El cine me provoca nostalgia. Y no hablo de las películas antiguas, esas que nos hicieron emocionar, reír, divertir, reflexionar y llorar más de una vez. Por suerte, siempre se pueden volver a ver en el cable o en cualquiera de las plataformas que existen hoy en día. Les hablo, claro, de las salas de cine que solía visitar cuando era chico, esos oscuros y mágicos teatros a los que primero me llevaban mis padres y luego visitaba con amigos o alguna noviecita de la juventud.
Con el paso del tiempo, las enormes pantallas de los centros comerciales se convirtieron en líderes y las viejas salas de barrio, en una especie en extinción. A los más grandes (me incluyo) seguramente les gustará la historia que les voy a contar. Espero que les haga recordar con cariño y nostalgia todos los cines que en algún momento marcaron a fuego el entretenimiento de nuestro barrio.
El cine como tal nació casi en simultáneo en todo el mundo durante la primera década del siglo pasado. También en Temperley: por esos años, en el café Paulista de la avenida Meeks y 25 de Mayo, justo enfrente de la estación, se podía disfrutar de un café mientras en una precaria pantalla se proyectaba una película muda de Max Linder. La competencia estaba a pocos metros, en la confitería del Hotel Internacional, pegado a las vías. Tanto interés despertaban las cintas en esa época que los café concert no daban abasto para sacarle jugo comercial a la demanda de la gente.
Con el paso del tiempo, las enormes pantallas de los centros comerciales se convirtieron en líderes y las viejas salas de barrio, en una especie en extinción.
Ante tanto interés fueron apareciendo más y más salas en toda la zona. La Sociedad Italiana de Temperley, por ejemplo, inauguró en su sede de Vicente López 789 el cine-teatro Nueva Roma, que luego se llamó Roxy. En 1928 abrió el cine Gloria, más tarde rebautizado Astor, que funcionaba en la avenida Almirante Brown, esquina 14 de Julio. Unos meses después se construyó, en la avenida Meeks, a pocos metros de la Plaza Espora, el cine Gran Splendid, que funcionó varios años hasta 1966. Después de una remodelación, reabrió sus puertas como el Gran Sud y funcionó hasta 1975. Luego, con otros vientos comerciales, los alrededores de la estación se convirtieron en una zona de boliches. El más popular fue Le Paradise, la gloria de los 80 en zona Sur. También lo conocí, pero eso mejor dejarlo para otra oportunidad.
Si bien fue en Temperley donde el séptimo arte tuvo mayor arraigo, hubo muchas otras salas icónicas en otros puntos del partido, como los cines Avenida, Gran Lomas, Español y Coliseo de Lomas; y el San Martín y el Maipú de Banfield. También existieron otras más chicas y barriales, como el San Martín de la calle Riobamba y Carlos Casares, en pleno corazón de Villa Galicia.
Hoy quedan pocas: el Cinemark Hoyts del Coto Temperley, más un par de salas en Adrogué, constituyen la oferta de estrenos en la zona. Con televisores cada vez más grandes, especialmente en pandemia, muchos prefieren quedarse mirando una peli en el sillón.