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Olivera: el recuerdo de su padre y su infancia

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El escritor editó “Aspirinas y caramelos”, que tiene como eje central a su papá Rodolfo, quien fue periodista de La Unión y un gran apasionado del fútbol. El descenso de Independiente, que se produjo el 15 de junio de 2013, motivó que Luciano Olivera escribiera una carta para su padre ya fallecido, con el que lo unía la pasión por el Rojo de Avellaneda. Esas sentidas y bellas líneas, que emocionaron a los futboleros de cualquier camiseta, se viralizaron en las redes sociales, en especial luego de que Juan Pablo Varsky las lea por radio. Hasta el propio conductor se identificó con el texto y con la historia y casi rompe en llanto frente al micrófono.

Precisamente, esa carta fue la que lo incentivó a escribir el libro “Aspirinas y caramelos. Postales de una infancia”, en el que recuerda a su padre Rodolfo, quien trabajo durante seis años como periodista de La Unión, y también una serie de anécdotas que tienen como epicentro a Lomas.

“A partir de esa carta empecé a hacer un ejercicio de la memoria y a hacer un duelo que no había hecho con la muerte de mi viejo, había algunos recuerdos que estaban tapados. Estaba entrando en la adolescencia y no tomé mucha nota de la muerte de mi viejo, medio que la oculté, es una etapa que no estaba cerrada”, comenta Luciano sobre cómo surgió el motor de esta publicación, editada por Aurelia Rivera.

El libro se va a presentar hoy a las 20 en El Refugio de Banfield y se esperan sorpresas por doquier, en especial dirigidas al autor del libro. Este evento está presentado por Cultura Banfileña y cuenta con el apoyo de Cultura del Municipio.

Recuerdos inmemorables.

El autor, que además es productor de televisión, puso a su padre en el centro de la escena en las páginas del libro. “Mi viejo es el personaje principal y el fútbol aparece como la principal conexión, porque además de ir a ver a Independiente, íbamos a ver otros partidos”, acota.

Luciano acompañó a su padre a cubrir distintos encuentros futbolísticos y también la antigua redacción de La Unión fue su patio de juegos durante su infancia. “En mi casa se hablaba mucho de periodismo. Mis juguetes favoritos eran las máquinas de escribir de la redacción, también me gusta ir al subsuelo del diario”, recuerda sobre sus andanzas de aquel entonces.

También de la mano de Rodolfo, entró por primera vez a una cancha. “Cómo vivíamos enfrente del diario y un compañero estaba enfermo, le pidieron a mi viejo que vaya a cubrir el entrenamiento de Talleres de Escalada. Yo tenía 4 años y cuando salí por el túnel, para mí era como estar en Wembley, todavía no había conocido el estadio de la Doble Visera”, recuerda.

En la portada del libro, como otro hecho anecdótico, aparece un viejo Fiat 800, el único que Luciano supo que tuvo su padre.

Imágenes en la retina.

Durante esos años, fines de los ’70 y principios de la década siguiente, la familia vivió en cuarto piso sobre la Avenida Hipólito Yrigoyen, Pavón por entonces, y también atesora recuerdos que plasmó en este libro. “Tengo muy presentes los recuerdos de la zona, muchas cosas que recuerdo desde el cuarto piso en el que vivíamos. Me acuerdo de un coche en el que un hombre murió dos veces, porque era una persona fallecida que salió disparada de la ambulancia. También tengo recuerdos de la iglesia, de la escuela. Ese mundo de Lomas aparece todo el tiempo”, acota el escritor.

Luego de la muerte de Rodolfo, en 1982, Luciano dejó de vivir en Lomas para transitar por distintos barrios porteños, pero nunca se le fue de su retina lo vivido en su infancia.

“Aspirinas y caramelos. Postales de una infancia” es un relato autobiográfico, pero puede funcionar ante los ojos del lector como una ficción. “El libro se puede leer como la historia de un nene. Para el que no conoce la historia, puede ser un relato ficcional. Son postales, son cuentos que empiezan y terminan, pero hay algo que los vinculan entre sí”, cierra Luci

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