La Unión | Lanus

El pueblo de ayer y la ciudad de hoy, en el recuerdo del Rotili

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Este ingeniero tenía 13 años al momento de la declaración de autonomía y vivió de cerca los pormenores de los inicios y el desarrollo de la ciudad.

En los ojos del ingeniero Jorge Rotili se puede avizorar buena parte de la historia de Lanús. Este vecino de 85 años tenía apenas 13 en 1945, y todavía recuerda el sonido de las bombas y la algarabía aquel día que se declaró la autonomía del municipio.

“Estaba jugando a la pelota y empecé a escuchar estruendos, no entendía bien por qué. Era que había vuelto de La Plata la Comisión de Autonomía y habían conseguido que el Municipio fuera independiente”, cuenta Rotili, cuyo padre era muy amigo de Don Juan Piñeiro, pionero y primer intendente de Lanús.

“Me acuerdo de que mi papá recorrió con Piñeiro los límites que le iban a dar al Partido, por ejemplo los límites que le dieron a Valentín Alsina o a Monte Chingolo. Lanús tomó muy poquito de Quilmes, casi todo de Avellaneda, y parte de Lomas”, cuenta.

En ese entonces, Rotili jugaba en un terreno que había en Pichincha y Córdoba, al que le decían Los Tres Pinos. “De chico también cazaba pajaritos en Monte Chingolo con red, era todo campo”, se remonta con nostalgia.

CAMINO AL PROGRESO. Según el registro emotivo y objetivo de este vecino, un hincha de Lanús acérrimo, el avance de la ciudad fue moderado hasta 1970, cuando comenzó a convertirse en lo que hoy es, una gran ciudad.

“Hasta ese momento era una ciudad de casas bajas. Mi papá fue presidente de muchas instituciones, entre ellas de los Bomberos Voluntarios de Lanús. En 1952, viajó a Europa con el Club Lanús por una gira, y en Alemania compró una escalera mecánica grande para los bomberos. El problema fue cuando quiso ingresarla en el país. Desde el Ministerio de Comercio Exterior, la persona que lo atendió le preguntó: ‘¿Para qué quiere una escalera? Yo soy de Lanús y son todas casas bajas’”.

Hacia fines de los ‘60 a Lanús se la comenzó a llamar “la ciudad luz”, a partir de la incorporación de luces de mercurio en las calles. “En ese momento empezó a haber acuerdos entre los vecinos y las empresas, en la época de Onganía. La gente pagaba los pavimentos y hubo un boom de luz”, cuenta. Al ser consultado qué siente hoy por Lanús, Rotili expresa una mezcla de orgullo y nostalgia.

“Me da orgullo que Lanús haya crecido, pero también me da nostalgia que se haya perdido el arraigo de la gente a su lugar. Acá nos conocíamos todos, de noche se conversaba con los vecinos. Hoy parás a alguien en la esquina y pocos saben dónde queda tal calle”, cierra este vecino, que es un libro abierto sobre la historia de Lanús.

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