¿Aborto sí o no? la opinión de un filósofo se suma al debate
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La presión y efervescencia popular llevó, en los últimos tiempos, a que el debate sobre la despenalización del aborto ingrese al Congreso, que lo tratará en dos meses. El tema genera polémica, es discutido intensamente como nunca, en los medios masivos de comunicación, en las redes sociales y hasta en las reuniones familiares. Entre tantas opiniones diversas, el filósofo Diego Singer ofrece una visión esclarecedora al respecto:
De antemano, sostiene que hay "tres motivos" por los cuales adhiere a la despenalización del aborto, y deja algunas ideas al respecto:
"En principio, la penalización es parte de la tutela moralizante que se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres, sus placeres, sus vidas. Porque se trata de obligar a la mujer a la posición de madre y porque es una forma de culparla por tener sexo por puro placer, posición de exclusividad que los hombres parecen no querer perder. Porque reproduce la dominación masculina"
Y continúa: "Porque, como todos sabemos, las mujeres pobres se llevan la peor parte en este asunto. Y no me refiero solamente a las muertes, también a las infecciones que muchas veces obligan a extirpar el útero. En cambio, quienes pueden pagar para realizar un aborto clandestino en una clínica privada, evitan más fácilmente los riesgos sobre su cuerpo y las angustias de la incertidumbre y el ocultamiento. Como sucede en otros aspectos, allí donde el Estado no iguala las condiciones, el dinero hace la diferencia. En otras palabras, porque perpetúa la dominación de clase.
"Porque estamos imposibilitados de pensar y articular políticas de la vida, toda vez que los penalizadores (que no hay que confundir con anti-abortistas ya que siguen abortando en su mayoría) se denominan 'pro-vida' Por duro que pueda sonar, una política del 'todos viven' es un sinsentido. No hay política de la vida que no esté atravesada por políticas de la muerte. Continuamente estamos operando sobre la vida, haciendo morir, dejando morir, seleccionando quiénes viven y cómo lo hacen. No hay política 'pro-vida' que no sea al mismo tiempo una política de la muerte".
"No se trata de poner en manos del Estado la decisión soberana sobre vidas y muertes. Sino de que la despenalización del aborto (sumada a la educación sexual integral, los anticonceptivos gratuitos y la mejora de la atención hospitalaria) habiliten condiciones semejantes para que todos podamos participar de las políticas de la vida, en lugar de depender de las posiciones dominantes de género, clase o religión".
"Se trata, ni más ni menos, de habilitar las condiciones mínimas para una democratización de una de las más importantes políticas sobre la vida que realizamos y seguiremos realizando. La penalización del aborto pone en evidencia un fuerte miedo a la democratización de lo político".