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Gracias a un vecino de Lanús, recuperó una placa de su papá

?Hay gente con sensibilidad social que se preocupa por los demás?.

Paulo Giacobbe encontró el homenaje a un desaparecido partido en tres. Investigó y se la devolvió a su hijo José Dabrowski, de Llavallol.

“En recuerdo a Wolfgang Achtig ‘el austríaco’, detenido el 16/09/77, durante la última dictadura cívico militar. Alumnos EES N°71 Quilmes. Jóvenes y Memoria 2019” es la descripción de la placa conmemorativa a un desaparecido que encontró Paulo Giacobbe en su localidad, Lanús Oeste, quien se involucró y se encontró con el hijo del militante para devolvérsela, con el objetivo de que la historia de Achtig prevalezca en el tiempo.

“La placa la encontré a unas siete cuadras de la estación, tirada en una esquina y en el pasto de una vivienda. La vi rota, en tres pedazos, así que la guardé en una bolsa y me la llevé a mi casa porque me pareció raro”, indicó Paulo Giacobbe, vecino de Lanús Oeste que halló la baldosa. Rápidamente aseguró que le llamó poderosamente la atención que en la descripción de la placa diga Quilmes y que haya aparecido en su localidad

MOVERSE PARA ENCONTRAR. Allí comenzó con la investigación para averiguar quién era Wolfgang Achtig. Paulo, buscó en internet y apareció un video sobre el tema subido por la docente Leonor Romero, quien junto a sus alumnos había realizado un arduo trabajo de investigación sobre “el austríaco” para luego hacerle un sentido homenaje en el barrio a este vecino de Quilmes.

Se puso en contacto con ella y la mujer le explicó que, en el marco de un proyecto que desarrollaron sus alumnos de quinto año llamado Jóvenes y Memoria, confeccionaron la placa.

“Hablamos bastante tiempo y, sobre la baldosa en particular, me dijo que al recibirla de mi parte sentía una sensación parecida a cuando le devolvieron los restos de su padre”, develó el vecino de Lanús sobre el encuentro.

“NO TODO ESTÁ PERDIDO”. José Dabrowski, hijo adoptivo del “austríaco” y vecino de Llavallol, fue el encargado de recibir las tres partes que componían la placa. El reencuentro se pudo concretar, en parte, gracias a Leonor.

“Me di cuenta que Paulo se involucró mucho en la causa, esas cosas te marcan que no todo está perdido y que hay vecinos con sensibilidad social que se preocupan por los demás”, empezó a contar José.

Y hubo palabras para Leonor y los alumnos de la escuela: “Eligieron un desaparecido del barrio y surgió el nombre de mi padre. El trabajo que hicieron es increíble, tenían datos que ni yo conocía, hasta fotos. La placa la colocaron en noviembre en la puerta de la casa donde vivíamos y estuvo presente Ricardo Cabello, sobreviviente de El Vesubio y el último que vio con vida a mi papá”.

a “el austríaco” dabrowski lo secuestraron en su casa de quilmes, en 1977, cuando tenía 32 años. militaba en montoneros y el erp.

Pero por problemas familiares de la casa donde estaba la placa, fue removida y allí es como aparece rota en la localidad de Lanús, para que luego Giacobbe la encontrara e iniciara la movida solidaria.

Pero hay buenas noticias: una nueva placa fue realizada a principios de enero por los alumnos y Leonor, acompañados también por José y será colocada próximamente para seguir honrando la vida de Wolfgang Achtig.

“La vamos a poner en la misma casa o en la de la vecina, aún no está definido”, finalizó Dabrowski.

RECUERDOS IMBORRABLES. Dabrowski recuerda a la perfección el día que los militares se presentaron en su domicilio de Quilmes: “A él se lo llevaron el 16 de septiembre de 1977 cuando tenía 32 años. Llegaron a la madrugada pateando la puerta y, por lo que pude averiguar ya de grande, supongo que lo detuvieron por su fuerte militancia social y su participación en Montoneros y en el Ejército Revolucionario del Pueblo”.

Sin dar espacio para un silencio, continuó: “Me acuerdo de todo, cómo estaban vestidos, cómo nos apuntaban y hasta la cara de uno de ellos. Yo tenía 8 años en ese momento”.

El integrante de la agrupación HIJOS tiene recuerdos imborrables de su padre: “Era un músico extraordinario, todas las noches nos tocaba la guitarra, nos leía un cuento que lo proyectaba en la pared con hoja de calcar y nos daba un caramelo, todo artesanal porque éramos muy humildes

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