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Durante enero, más de 1.600 chicos se probaron en Banfield

Solo este año. Con el sueño de ser futbolistas profesionales, jóvenes de diferentes categorías y de todo el país participaron de las convocatorias que realiza el Taladro.

Banfield se ha convertido de un tiempo a esta parte, literalmente, en una “fábrica de futbolistas”. Todos los años debutan en Primera División no menos de cinco futbolistas surgidos de las Divisiones Inferiores del club. Allí está la apuesta fuerte y los resultados quedan a la vista.

En este verano, el Taladro abrió las puertas para que chicos de todo el país puedan probarse. Llegaron hasta el predio de Luis Guillón un total de 1.664 de todas las edades: 410 de categorías 2005/06; 789 de las 2003/04 y 465 de 2001/02. Esto sumado a cerca de 500 que realizaron pruebas desde noviembre, provenientes de otros clubes de la Superliga en donde iban a quedar libres o tenían pocos minutos de juego.

Uno de ellos es Brian, de 15 años y nacido en Ezeiza. Se levantó temprano, se puso la ropa de fútbol e hizo una larga fila para anotarse y luego mostrar sus habilidades en la cancha. Su sueño estaba –relativamente- a pocas cuadras de distancia. Otros apostaron más fuerte y llegaron desde Córdoba, Mendoza, Rosario, Bahía Blanca y hasta Tierra del Fuego acompañados por sus familias.

La inmensa mayoría deberá volver en otro momento o buscar otra alternativa para cumplir su sueño de ser futbolista: solo 20 chicos pasaron un primer filtro y apenas seis fueron seleccionados en una segunda instancia teniendo en cuenta que el club precisaba jugadores solo para algunas posiciones.

“La construcción de todo este fútbol juvenil empieza en este tipo de trabajos. Desde hace dos años llevamos adelante estas pruebas abiertas en las que les damos a decenas de chicos la oportunidad de mostrarse ante la faltante de jugadores en algún puesto específico. Esos lugares se generaron porque hemos dejado libre a otros antes de que inicie el año y buscamos que los que vienen tengan una vara superior a los que se fueron o, al menos, les veamos condiciones para igualar o superar el nivel de los que ya están acá”, explicó Hugo Donato, coordinador general de las Inferiores.

Su trabajo, al igual que el de un amplio grupo de entrenadores, es el de observar aptitudes, destrezas, movimientos y a partir de allí seleccionar a los que creen que tienen condiciones para jugar. Para ello hay varios días de seguimiento y acción. Pase y recepción, conducción de juego, integración al grupo y otras características son tenidas en cuenta para definir.

“Es una labor ardua porque convivimos con representantes, con padres y con la propia ilusión de cada chico. Me ha pasado que un nene hace cuatro goles y no queda y el padre nos encara para pedirnos explicaciones y, a veces, no es tan sencillo hacerles entender que esos goles pueden ser abajo del arco y quizás el chico falla en otros detalles que son los que nosotros pretendemos”, remarcó Donato.

El camino del futbolista es largo pero en Banfield sobran los casos exitosos. Para muestras sobra un botón: hace menos de 15 días, Agustín Urzi, Facundo Cambeses y Claudio Bravo, todos surgidos de las Inferiores del Club, fueron campeones (y siempre titulares) vistiendo la camiseta de la Selección Argentina Sub23 en el Preolímpico de Colombia.

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