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Carolina Camacho, entre el cine, el teatro y otras aventuras artísticas

Orgullo local .

Vecina de Valentín Alsina, esta creadora multidisciplinaria cuenta su recorrido, los premios recibidos y también algunas cuestiones de su vida privada. Además, habla de su paso por la actuación y de sus clases por Zoom.

Carolina Camacho es una artista multidisciplinaria, con un recorrido literario, teatral, cinematográfico y en la labor docente, entre otras facetas que mostró en su propio camino.

Vecina de Valentín Alsina, dirigió “Propiedad Privada”, un mediometraje sobre la temática del aborto, realizado en forma independiente a través de Quito Producciones.

También codirigió la obra "Hotel de Inmigrantes", de María Rosa Pfeiffer, junto con el director Claudio Pazos y se puso al frente de la dirección de "Nadar en Cemento" en 2017, su primera pieza teatral.

Además, por el guión cinematográfico “La Persistencia del Cisne” ganó una mención en el Concurso Laboratorio México en 2015 y recientemente logró una mención especial para Teatro por la Identidad con "8 formas de Identidad".

En una extensa y rica entrevista con el Diario La Unión, Carolina Camacho habló sobre su recorrido artístico y jugosas anécdotas, pero también revela por primera vez algunas cuestiones de su vida privada.

- ¿Cómo surgió el proyecto de “Propiedad Privada”?

- En el Instituto de Cinematografía de Avellaneda nunca había surgido una realizadora que se anime a contar sobre el tema del aborto. El guión lo escribí en 2007, imaginate nada de todo esto se hablaba en lo que todos conocíamos por el circuito de cine independiente. Era un tema tapado, inclusive dentro de la industria del cine. Esto surgió en algunas charlas que tuve con mis docentes y expresé mi deseo de poder contarlo, y ellos me animaron y estimularon para que pueda hacerlo. El Instituto de Avellaneda es un Instituto Municipal, nos prestaban los equipos para filmar y el equipo humano lo armé yo.

Recuerdo que me había comprado una heladera para mi casa, y cuando surgió filmar "Propiedad privada" vendí la heladera y con esa plata cubrí los primeros gastos de la producción. Luego para la post producción tuve que esperar a tener unos mangos para poder hacerla, y se nota en los resultados porque nunca quedó como hubiera deseado.

Tengo que ser justa y decir que esta película no tuvo ningún tipo de apoyo del INCAA, fue una producción independiente; y es más, me atrevería a decir que tuvo bastantes obstáculos de muchos sectores. Y no me refiero solamente a los sectores políticos y religiosos que no acuerdan con el tema de aborto, sino me refiero a gente que sé que podría haber ayudado más y haberse comprometido más y no lo hizo, porque no quiso hacerlo, porque así como existe mucha gente solidaria, también existe mucha gente que no quiere compartir, y cuando uno dice compartir no se trata sólo de lo económico sino de lo humano y afectivo, de compartir los logros, lamentablemente en el mundo del arte como en el de la política existe mucha envidia y mediocridad.

Luchas de egos y de poder. Hubo varias personas que cada vez que yo quería asomar la cabeza y salir a la superficie con un mensaje con esta película, directamente me guillotinaban la cabeza para que no pudiera hacerlo, y eso uno no lo puede perdonar del país que te vio nacer, crecer y formarte, definitivamente esa situación no tiene perdón. Después te das cuenta que esa gente te hizo más poderosa, sin quererlo. Decís, tan importante es lo que quiero salir a decir que hay gente que lo quiere impedir. Finalmente son tus verdugos los que te hacen grande. Así que en un punto se los agradezco.

- Además de este film, ¿cómo es tu recorrido en el cine?

- Tuve la grandiosa formación de Instituto de Cine, para los que pasaron por Institutos de Cine y tuvieron esa formación saben muy bien lo fabuloso que es en infinitos aspectos obtener esa formación. Hoy que soy una profesional de lo audiovisual y trabajo también dando clases, soy aún más consciente de que la formación del Instituto te prepara perfectamente para largarte dentro de un set y que seas el mismísimo Dios. La formación de Instituto te obliga a meter los pies en el barro en el sentido más amplio. Los primeros años era formación permanente en cortometrajes. Todos los fines de semana de nuestras vidas estábamos rodando algún corto y era mágico vislumbrar todo lo que éramos capaces de hacer como estudiantes de Cine cuando teníamos el deseo y el motor de filmar algo. No nos paraba nadie, era hermoso.

La formación creativa era suprema. Y la escuela del cortometraje es toda una escuela de la que se aprende muchísimo. Tuve la suerte de tener docentes muy genios y genias. Esto es importante destacarlo, porque cuando filmás con lo que tenés, aprendés a ser un trabajador artístico, artesanal y rústico que dudo mucho que lugares como la FUC puedan preciarse de tener, no por menospreciar la Universidad del Cine, donde hay profesionales que respeto, pero las veces que me toco ir a filmar allí o a alguna charla me di cuenta que palpan otra realidad y no tiene que ver con la cuota elevada que pagan todos los meses que hace que sea un lugar bastante selecto y excluyente, sino que tiene que ver con la forma de estar parado o parada dentro de un rodaje. Esa diferencia las notás de un estudiante de la FUC y uno de Avellaneda. Y en ese sentido me siento super orgullosa de la formación que elegí.

Nosotros pagábamos una cooperadora accesible para el mantenimiento de los equipos, pero el Insti es municipal, público y gratuito, y me saco el sombrero por los docentes que tuve. Ahora sí, cuando me invitan de jurado a la FUC voy muy contenta porque la gente es bárbara y tiene buena onda, pero yo hago referencia puntualmente a un tema de formación y clases sociales, que es un tema que a mí me interesa destacar y además es un tema que no me gustaría que deje de ser importante en la sociedad en la que vivo.

- En 2015 recibiste una mención especial por tu guión “La Persistencia del Cisne” en el Certamen Laboratorio México. Contanos en qué consistió esa experiencia.

- Así es, en ese momento me encontraba trabajando en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en el sector de “Jurídicos” en la gestión de Alicia Kirchner, y salía de laburar, (lugar que por otra parte no toleraba porque no tenía nada que ver con mis intereses) a las tres de la tarde y cruzaba la calle Lima y tenía el INCAA enfrente, lo cual era buenísimo porque no veía la hora de salir para cruzarme a visitar a alguna amiga o amigo de ahí, y así fue que me enteré del Laboratorio México.

Nunca me voy a olvidar, la secretaria que me dio las bases y me dijo: “Los jurados a veces te premian por la insistencia…. sino ganas la primera vez, seguí intentando…" Cuando palpé esa burocracia me desanimé bastante, pero dije, me tiro un lance a ver qué pasa. Escribí un guión de largometraje sobre temática de identidad, el guión se llama “La persistencia del Cisne”. El primer premio era que si tu guión quedaba seleccionado viajabas a México para encontrarte con los mejores guionistas del mundo a que intervengan y corrijan tu guión en un laboratorio presencial del que vos estés siendo parte. El segundo premio era que tu guión viaje a México, solo el guión, para ser intervenido y corregido por ellos. Gané el segundo premio, y así fue, mi guión viajo y fue corregido e intervenido por estas eminencias. Para mí fue un honor. El premio en sí lo que me dejó a mí de positivo fue que todas esas devoluciones, intervenciones y correcciones a mí me sirvieron muchísimo para desarrollar mis propias clases de guión. Esas intervenciones de guión son absolutamente pedagógicas. Me quedé con varios secretitos de escritura que me acompañarán por siempre en toda mi carrera. Fue una experiencia hermosa. Ellos son muy técnicos y profesionales, nunca te dicen si el guión les gustó o no. Yo quiero creer que sí, sino no lo hubieran elegido.

Al margen de eso fue satisfactoria para mí porque yo sé lo que significa una historia de esas características para nuestro país. Poder contar una historia de Identidad y Derechos Humanos es importante en nuestro país. Luego, ese guión me lo han querido comprar algunos productores para ser filmado, pero tuve la enorme suerte de tener el cálido asesoramiento de amigos de ARGENTORES que me “avivaron” y me dijeron que no era un buen negocio lo que me ofrecían por mi guión, lo cual valoro y agradezco porque en esta profesión los amigos y amigas que “te avivan” son los mejores. Teniendo en cuenta también que estamos en una profesión donde el mismo que te envidia es después el que te roba. Así que una va creciendo y aprendiendo de los tropezones, como cuando aprendés a caminar. Hoy mi carrera la elijo, la decido y la dirijo yo. Yo decido a quién voy a venderle un guión mío, o dónde va a estar un guión mío.

- Tu primera obra teatral fue “Nadar en Cemento” ¿Cómo fue esa experiencia?

- Así es, “Nadar en Cemento” fue la primera obra que escribí y dirigí, fue el resultado de un taller de Dramaturgia. Es una obra de microteatro y te voy a contar de dónde surgieron esas primeras imágenes. La escribí porque había pasado una muy mala etapa, tuve ataques de pánico y experimenté en el cuerpo la sensación de quedar encerrada en mi casa sin poder salir (literal). Yo ya había tenido ataques de pánico una vez cuando era más jovencita, justo cuando empecé a estudiar Cine, pero ésa vez fue leve, en su momento lo superé bárbaro, la segunda vez me pegó más fuerte, porque me atacó con agorafobia, y literalmente quedé encerrada, fue todo un proceso, no se dio de un día para el otro.

Esto fue en 2016, casualmente coincidió en un momento muy terrible del país, se empezaba con la obra pública de Macri, nos empezaba a invadir el cemento por todos lados, de ése que nos quiere volver a invadir ahora para apropiarse de nosotros, en ese momento empecé a vivenciar todas esas sensaciones en el cuerpo, fue una situación tremenda, que me llevó entre otras cosas a perderme de salir con algún chabón que me gustaba, ja, y a causa de este encierro me vi impedida de poder hacerlo. Esta situación personal me impulso a escribir esta obra, esa imagen, la sensación de estar nadando en cemento fue muy poderosa en mí. Esa imagen se alimentó de varios condimentos más que tuvieron que ver con el acorralamiento que sufrimos las mujeres en infinidad de casos a causa del patriarcado.

El patriarcado también es como cemento que nos inmoviliza. Realmente sentí que estaba petrificada en cemento. No podía avanzar, no podía fluir, no podía salir de ese encierro. La gente que me quería me decía, vení a verme, salgamos, vamos a tomar algo, salgamos, pero yo no podía atravesar el umbral de la puerta. Es la primera vez que lo cuento aquí en esta entrevista. Y lo peor de todo es que tampoco podía contar lo que me pasaba porque me sentía avergonzada además de padecerlo. Me bloqueé, perdí la libertad por completo. Tuve que tomar pastillas para poder salir de esa situación, y no sólo eso, sino que hasta decidí internarme por decisión propia, mi familia no estaba de acuerdo, el típico prejuicio, “mi hija no está loca, ¿cómo se va a internar?”, pero sí tuve la lucidez de darme cuenta que yo no estaba pudiendo con eso creo que tan loca no estaba, yo pude darme cuenta más rápido que mi familia de qué es lo que necesitaba.

Evidentemente estaba más lucida que todos para poder verlo, esa internación fue una situación que jamás en mi vida pensé que me iba a tocar vivir, yo decidí entrar en una internación así porque me quería curar de esa situación y tuve una internación de 21 días en un lugar muy bueno en donde me cuidaron y curaron, en donde conviví con todo tipo de pacientes y conocí verdaderamente la locura, las adicciones, las patologías de la mente bien grosas, y el padecer de la gente, ahí me di cuenta cuanta gente que conocemos esta re loca y ni siquiera se dan cuenta porque son negadores, lo tienen completamente institucionalizado.

Estuve bastante sola, pero siempre me acompañaron unos cuadernos donde escribía todo, también me hice de un amigo Santiago en la internación que me enseñó a jugar al ajedrez, su compañía fue hermosa, y me acompañaba una biografía de José de San Martín que se llama “La voz del gran jefe” de Felipe Pigna, que me la había traído mi hermano, me daba fuerzas leer a San Martín, no sé porque. Una vez un psiquiatra vino a mi habitación a examinarme y vio el libro sobre la cama y me pregunto si yo escuchaba la voz de San Martín en la soledad de la noche, calculo que me lo preguntó por el título del libro, “La voz del gran jefe”, yo no escuchaba voces y no podía creer lo que ese médico me estaba preguntando, después me explico que esas preguntas son parte de la rutina. Pero aprendí de toda esa experiencia, yo siempre aprendo de todo en mi vida. La gente huye de los dramas, así de mierda son algunas personas, muchos huyeron, pero otros no. Verdaderamente hubo personas que me dejaron sola, y no fue una sensación, fue una realidad concreta, o tal vez fue como yo lo sentí porque yo le pido un montón a la vida, soy exigente.

Y después de todo eso que me paso, soy más exigente todavía. Antes no podía contarlo a todos, me avergonzaba, yo misma tenía el prejuicio de decir ¿cómo a mí me va a estar pasando esto?, yo tenía la extraña sensación y prejuicio de que las personas que tenemos familiaridad con lo artístico jamás nos puede pasar una cosa así, yo sentía que el arte de algún modo me había preparado más para la vida, ¿cómo a mí me va a pasar esto?, y si, por supuesto que sí, y mucho más que a cualquier persona porque los artistas tenemos una sensibilidad mucho más agudizada, con lo cual estamos más expuestos y todo lo sentimos mucho más, hoy supere esa vergüenza y prejuicio, siento que esta realidad de esta pandemia me coloco en otro lugar, me siento muy orgullosa de toda mi vida y de todo lo que me tocó vivir porque vivo la vida como un continuo aprendizaje lejos de lo competitivo. Es lo que soy y lo voy a defender con uñas y dientes. Si me preguntas porque pienso que me paso todo esto, porque soy muy sensible, pero ahora ya aprendí a no ser tanto así porque vivimos en un mundo de mierda. Hoy cuento esto porque, paradójicamente en esta pandemia, me siento más libre que nunca.

Vos te preguntarás, ¿cómo puedo sentirme libre sino puedo salir a la calle?, es simple, me siento libre porque aprendí la lección, porque nada nunca más va a encerrarme. Porque la libertad es interior. Porque cuando tu mente está en expansión como la mía ahora y en el máximo pico de la buena comunicación sin especulaciones, ningún encierro es posible. Así que soy una mujer que podría dar cátedra sobre “El encierro”, tranquilamente podría ir a dar charlas a la cárcel. Es más me encantaría, siento que podría aportar un montón. Experimenté todas las sensaciones de encierro que existen y más, pero eso me hizo el cuero duro, me hizo fuerte, ahora el miedo es mi aliado. Ya no siento miedo. No le temo a la pandemia ni a este virus. La vida me dio la satisfacción de ver hoy a los que me señalaban por sentir miedo, hoy todos esos están muertos de miedo por un virus, y yo estoy en mi máximo momento de sanidad mental y libertad. No les deseo mal. Pero mientras ellos se reían de mí o se fastidiaban por lo que me pasaba, yo aprendí del miedo y hoy se cómo lidiar con el miedo en esta pandemia. Y además el hecho de contar esto es de un modo esperanzador, para trasmitirlo a otros, para ayudar a otros, es decir, yo llegue a estar tan pero tan mal que no podía salir de mi casa y soy tan fuerte que lo superé y pude con eso y pretendo ser muy pero muy feliz en mi vida, y espero un montón de la vida. El arte es sanador.

Hoy si tuviera que hablarte de cuál es mi mayor miedo, te diría que mi mayor miedo es vivir en un país que no me permita poder desarrollarme como artista y que no me permita trabajar de lo que tanto amo. Ése es mi mayor miedo. Todo lo demás es ficción. Ya estoy más allá de todo.

- Recibiste una mención especial para Teatro por la Identidad con “8 formas de Identidad”, ¿cómo te llegó esa propuesta?

- Así es, recientemente obtuve una mención especial por el concurso “8 formas de identidad” de Teatro por la Identidad. Envié dos materiales, uno con temática de “Cuentos de la Infancia” y el otro “Anécdota con la comida”, fue elegido uno de ellos y será publicado en el mes de noviembre de este año. Me encanta que mi nombre esté en Teatro por la Identidad. Siempre apoyé las búsquedas de las abuelas.

LA ACTUACIÓN

Al margen de la dramaturgia y la dirección en cine y en teatro, Carolina Camacho también se animó a la actuación.

“Mis experiencias con la actuación empezaron en la adolescencia con el teatro. Pasé por varios docentes que me abrieron la cabeza. Formé parte de algunos elencos de algunas obras de Casona, Gorostiza con realismo argentino también de Tennessee Williams, y algunos espectáculos de impro y clown. Durante varios años sentir la adrenalina del teatro en el cuerpo fue muy hermoso y estimulante. Hoy puedo sumarme en algún elenco de teatro pero tienen que darse unas cuantas coordenadas humanas para que me sienta a gusto y cómoda en un grupo. De lo contrario, prefiero volcarme a la actuación dentro de los límites de la pantalla que es un campo que conozco bien desde la teoría y desde la práctica y manejo y me gusta más. Me gusta ese proceso, todo el proceso de elegir actores, y de todo ese micro mundo que puede suceder dentro de un cuadradito que se llama fotograma y de vez en cuando me doy algún gusto con la actuación. Mi última actuación en Cine fue en un corto de unos estudiantes chilenos llamado “La ostra azul”, me divierte mucho, disfruto mucho estar en los rodajes”, apunta.

También recuerda algunas experiencias de su paso por la actuación, incluso las características que le dieron a su propio rostro.

“Me dijeron que tengo la típica carita cuadrada y carretilluda, es el estilo de rostro y cara que se necesita para actriz de telenovela, me lo dijeron de adulta hace poco la gente de la UNA en los exámenes de ingreso a los que me presenté, nunca me la creí pero se ve que tenía con que en cuanto a mi cara, ósea que si de adolescente llegaba a ir a algún casting le pasaba el trapo a más de una. Pero esa no fue mi formación. En mi hogar no tuve una formación para la competencia. Creo que mis padres nunca hubieran aceptado llevarme a un casting, no es esa la ideología con la que crecí. En mi hogar hubo muchísimo arte, de parte de mis dos padres y una familia muy artística, pero lo que se respiraba no tenía nada que ver con el modo competitivo sino más bien con el disfrute y el goce de crear. Ese clima estuvo muy presente en mi casa, mis dos padres son dos artistas re grosos y no lo digo porque sean mis padres, lo digo porque es así, aunque no sean conocidos, mi papá no le hizo asco a ningún arte, incursiono en todo, la música, la plástica, la escultura, la radio y la escritura, por eso para mí crear es mi mejor estado, ahí me muevo de forma fluida, como pez en el agua, conozco ese lugar”, agrega.

CLASES POR ZOOM

En tiempos de cuarentena y aislamiento social, Carolina también adaptó sus clases a la plataforma de Zoom, en sintonía con otros tantos docentes.

“Para la gente de la cultura y el arte esta pandemia es un parate espantoso y un momento horrible. Los artistas estamos descolocados en estos momentos, medio como que perdimos el norte, y para mí el hecho de seguir teniendo clases aunque sea vía zoom es bárbaro, aunque no sea lo ideal reunirnos todos a través de una pantalla, es una forma de seguir conectados y seguir formándonos y pensando cómo va a continuar nuestra profesión después de todo esto”, explica.

Las clases que dicta son de Guion, con algunas cuestiones particulares dentro de la teoría para aplicarse luego a la práctica.

“Doy clases de Guión, aplicadas a la escritura audiovisual y escénica en general, dentro de esa enseñanza está contemplado desde el mes de abril que lo estoy haciendo un marco teórico que contempla este tiempo de pandemia que después volcamos en la práctica mediante el trabajo de la escritura. Es estimulante que podamos focalizar en el entorno que nos toca vivenciar para poder escribir. Están saliendo muchas cosas piolas, mucha creatividad, que pienso yo es exactamente lo que más necesitamos para salir de esta. Tengo esperanza porque este país tiene buenos artistas, gente talentosa de verdad, pero también hay mucha porquería. Esta pandemia trajo luz y en un punto agradezco esa luz para ver, vernos y mirarnos mejor. Lo necesitamos. Y los contadores de historias, los artistas pienso que cumpliremos un rol fundamental en esa reconstrucción social que tiene que venir por delante”, cie

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