La Unión | Maestro ciruela

Bichos raros

Gajes del Oficio.

Bichos raros hay aquí, allá y en todas partes. La docencia no es la excepción a la regla y también pululan pos las instituciones educativas este tipo de profes, maestras y maestros a los que les colocaron esa definición, de la que les costará emigrar.

Romper las reglas, asumir ciertos riesgos o simplemente ser innovadores en su oficio puede convertir de la noche a la mañana a cualquier educador en un bicho raro hecho y derecho.

Claro que este mote es puesto rápidamente por aquellos que prefieren otro camino, quizá el más convencional, que también puede ser el menos complejo y que ya recorrieron una y otra vez, de ida y de vuelta.

Eso de tildar de bicho raro es también descalificador, como poniéndolos en un sitio de frikis, de extraños, a los que se mira de costado y  con una sonrisita socarrona.

Otros dirán que se hacen los raros con la estrategia de andar llamando la atención, pero en realidad quieren tirarlos abajo a fuerza de prejuicios.

La envidia también juega en esta historia y el recurso de destruir al que se esmera y logra algo distinto nunca pasa de moda.

En cambio, estarán aquellos que si saben reconocer que un bicho raro es aquel que pretende romper con la comodidad del Status Quo, con los riesgos que esto lleva. Salir de la zona de confort no es para todos, ni moco de pavo y es toda una aventura eso de adentrarse en territorios desconocidos.

También existen los que los toman como un ejemplo a seguir y a imitar, llegando a tomarlos de espejo. Si bien no se puede clonar, el bicho raro al menos le puede dar alguna estrategia a un colega que quiera cambiar su rutina de años.

Incluso el bicho raro le transmite esa trasgresión a sus propios alumnos, generado un efecto multiplicador y hasta un modelo a seguir.

Pueden ser unos bichos raros por creer en una educación muy diferente a la tradicional, en las antípodas de la clase magistral en la que el docente aprieta play y recién oprime el stop cuando suena el timbre.

El bicho raro de alguna forma termina asumiendo ese mote y lo lleva adelante con toda la onda, sin creer que es algo peyorativo, más bien todo lo contrario.

Además, sin bichos raros sería todo igual, todo lo mismo. Nada comenzaría a cambiar en la educación y en ningún lado sin su irreverente presencia amenazadora para los conservadores.

Por más bichos raros, que sigan poniendo patas para arriba las convenciones y para que reformulen aquello que se cree inmodifica

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