CASO LAURA GONZÁLEZ Carlos González lleva dos décadas de una búsqueda incansable y mantiene la esperanza. "Hasta que no vea el cuerpo o no sepa qué pasó con ella, sigue estando viva", señaló.
Laura Marisa González desapareció hace 20 años en Lomas de Zamora. Se fue sin dejar rastro y nunca más hubo pistas sobre su paradero. Su papá vive con la angustia de no saber qué pasó con ella y se ilusiona con que algún día su hija se comunique con él.
Todo ocurrió el 20 de junio de 2004. Laura, de 15 años, estaba en su casa de Villa Albertina al cuidado de sus hermanos, mientras su madre trabajaba. Sin embargo, cuando la mujer volvió, encontró a los chicos solos. Laura les había dicho que se iría a comprar, pero nunca regresó. Desde entonces, no se supo más nada de ella.
El calvario de la familia lleva ya 20 años. Carlos González, padre de la adolescente, pensó todo tipo de hipótesis en este tiempo. Desde un enojo de su hija que la impulsó a abandonar su hogar, hasta la posibilidad de que hubiera sido víctima de una red de trata de personas.
"La fecha en que ella desaparece, la fecha en que cumple años, Año Nuevo, Navidad, son fechas que a uno lo golpean más, porque uno siente que ella no está. Nunca supimos nada de ella. Cincuenta mil preguntas y nunca jamás una respuesta", lamentó Carlos en charla con La Unión. Y emparentó su padecimiento con el caso que conmueve al país en pleno 2024: "Que esto siga sucediendo a diario, es increíble. Ahora estoy viendo del caso de este chiquito, Loan, y me duele mucho más, porque es mi caso. Sé lo que está sufriendo esa familia".
Laura desapareció en una época donde no había redes sociales y no todos tenían teléfono celular. Tampoco había muchas cámaras de seguridad como hoy en día. Carlos, que en ese momento ya estaba separado de la mamá de Laura, no tenía muchas opciones para difundir lo que le estaba pasando. "Si lo de mi hija hubiese sucedido en estos años, estaría en todos los canales y en todas las redes. Antes era otra Argentina. Ni se cortaban las calles. Me vi totalmente solo. Missing Children me había tomado la denuncia y el caso salió en un diario, pero nada más", señaló.
El padre de la joven fue "a todos los canales de aire, puerta por puerta, pidiendo un espacio, porque era el único medio en el que uno podía pedir auxilio", pero nunca lo llamaron. Ni hace 20 años ni hoy. "Sentí que cada intento quedaba en la nada. Me decían que ya pasaron muchos años y que no había nada por hacer. Ni siquiera lo difunden", reprochó.
A pesar de su incansable lucha, Carlos no consiguió ninguna pista. Y para colmo, tuvo que lidiar con muchas personas que le dieron falsas esperanzas. "Mucha gente falsa disfrazada de abogados, me fueron quitando dinero. Yo soy una persona de muy bajos recursos, hago changas, y lo poco que podía tener me lo fueron sacando. Uno en la desesperación cae en esas trampas", explicó.
Carlos tenía 44 años cuando ocurrió lo de Laura. Hoy, a sus 64, sigue con la esperanza de que alguien le aporte algún dato, algún indicio o que su propia hija lo llame. Ella tendría hoy 36 años. Si todavía está con vida, su papá ya no pretende que vuelva, sino sólo saber que está bien. Y si tuvo un final peor, al menos quiere enterarse, como sucedió con su otro hijo.
"Llevo 20 años sin saber nada de mi hija, pero para mí, mi hija desapareció ayer. Pueden pasar 30 o 40 años, pero hasta que no vea el cuerpo de mi hija o no sepa qué pasó con ella, mi hija sigue estando viva para mí. Ella perdió un hermano en 2013, en un accidente de moto. Fue otro sufrimiento, pero mi hijo yo sé que está fallecido, lo sepulté, sé dónde está. De mi hija nunca vi el cuerpo, nadie me dijo que murió, entonces sigue la incógnita", comentó Carlos, en una de las poquísimas charlas que tuvo con los medios en los últimos años.
"Lo que uno siempre espera que es alguien me diga 'yo conozco a tu hija, yo sé dónde vive' y me pueda dar una pista real. O que mi hija me llame, ella tiene los teléfonos. Por lo menos un llamado que me diga 'no me busques más, papá, estoy bien' y se acabó. Uno toma su vida de otra forma, porque esto fue un antes y un después. Nunca fui el mismo desde que ella desapareció. A menos que ella aparezca, el dolor va a estar toda la vida", cerró.