mundos personales Cuando eran unos adolescentes desconocidos, la dupla más prolífica del planeta tuvo su debut en el patio trasero de una iglesia un día como hoy.
Un encuentro entre dos ignotos adolescentes, incluso uno de carácter meramente fortuito, puede torcer el rumbo de la historia y hasta poner patas para arriba a la humanidad, rompiendo moldes estéticos, artísticos y hasta ideológicos.
Hace exactamente 65 años, un 6 de julio de 1957, una tal John Winston Lennon, de 16 años, conoce James Paul McCartney, de 15 años, en el jardín trasero de la Iglesia St. Peter, en el suburbio de Woolton. John tocaba el banjo por entonces y Paul, según algunas versiones, lo ayudó a afinar su guitarra.
Los puntillosos biógrafos aseguran que ese encuentro, que fue el germen de Los Beatles, se produjo exactamente a las 15.30 en medio de la fiesta que se celebraba en esa Iglesia, que tuvo el privilegio de ser la locación del encuentro más importante de la historia del rock, aunque aquellos dos adolescentes no se imaginaban todo lo que vendría después.
John había nacido en plena Segunda Guerra Mundial el 9 de octubre de 1940 en el Hospital Materno de Liverpool, hijo de Julia y Alfred Lennon, un marino mercante de ascendencia irlandesa, que estuvo ausente durante el nacimiento de su hijo.
Con padre ausente y con su madre formando otra pareja con un hombre que no quería mucho al pequeño, John, el futuro integrante de Los Beatles pasó buena parte de su infancia y adolescencia con sus tíos Mimi y George Smith, quienes no tenían hijos.
Paul había nacido el 18 de junio de 1942, segundo hijo de la partera Mary Patricia y James, que también estuvo ausente durante el nacimiento de su hijo debido a su labor voluntaria como bombero durante la batalla de Inglaterra.
El padre de McCartney era trompetista y pianista en su banda llamada Jim Mac's Jazz Band e incentivaba a sus hijos a ser músicos. Con Paul fue más allá y le pidió que se forme académicamente, pero el joven zurdo optó por el camino autodidacta y valerse de su oído privilegiado, y no le fue nada mal.
El 31 de octubre de 1956, cuando McCartney tenía 14 años, su madre murió de una embolia, mientras que el 15 de julio de 1958, cuando Lennon tenía 17 años, su madre murió después de ser atropellada por un oficial de policía que conducía ebrio. Esta pérdida común que sufrieron ambos los unió fraternalmente en aquellos años.
Cuando se produjo ese encuentro John estaba al frente de los Quarrymen, un grupo de rock and roll, mitad skiffle y con aires de música popular. Poco después, la banda invitó a Paul unirse como guitarrista.
En un principio, las familias de ambos jóvenes músicos no veían con muy buenos ojos a esta incipiente amistad por el origen humilde de Paul y por las supuestas malas influencias de John, hasta que las partes fueron cediendo en sus posturas.
Probaron varios nuevos nombres incluyendo Beatals, Johnny and the Moondogs y The Silver Beetles, hasta que finalmente adoptaron el nombre de The Beatles.
A esta dupla se le sumó en 1958 un jovencísimo George Harrison, amigo de Paul. En un principio John no terminaba de aceptarlo por su juventud, hasta que el recién llegado lo dejó boquiabierto por su precoz talento en la guitarra.
Con una extraña formación de tres guitarras, se incorpora al grupo Stuart Sutcliffe, amigo de Lennon en la escuela de arte, como bajista en 1960. En mayo de ese año probaron varios nuevos nombres incluyendo Beatals, Johnny and the Moondogs y The Silver Beetles, hasta que finalmente adoptaron el nombre de The Beatles.
En agosto de 1960 reclutaron al baterista Pete Best poco antes de ser contratados para tocar en Hamburgo. Luego dejaría el grupo Stuart, quien moriría poco después, y Paul pasaría al bajo. Finamente, Pete es puesto de patitas en la calle y su lugar fue ocupado por Ringo Starr, para completar el cuarteto ideal.
El grupo sufrió rechazos de compañías discográficas, hasta que EMI confió en ellos, pero esa ya es otra historia, a pesar de que el relato de Los Beatles había comenzado, casi sin querer, en la Iglesia St. Peter de Woolton.