Se trasladó por las obras de Loria y mantiene los clientes: "Me quieren mucho"

A 50 METROS Jeremías Muscatelli trabajaba en Ayacucho, pero con los trabajos del paso bajo nivel, el Municipio lo ayudó a buscar un lugar sobre Alsina. 

Crédito: Eduardo Alfaro

Jeremías, feliz de seguir trabajando de lo que tanto ama.

Hay cosas que nunca cambian. El lugar podrá ser diferente, pero la rutina sigue siendo la misma: Jeremías Muscatelli (44) es canillita y trabajaba todos los días en el quiosco que está ubicado en Ayacucho 4, a metros de las vías en la calle Loria, pero la construcción del nuevo paso bajo nivel hizo que se mude a unos metros, más precisamente en la avenida Almirante Brown. El lomense contó cómo se dio el cambio y lo que extraña de su antiguo puesto de trabajo, pero con la alegría de saber que cuenta con los mismos clientes y el entusiasmo de encarar una profesión histórica.

"En Ayacucho estuve 21 años y a la clientela la conozco bastante, he atendido a varias generaciones y por suerte en el barrio me quieren mucho", empezó a contar Jeremías, que recordó a Don Ciancio, el primer canillita que trabajó en el puesto en la década del '50, quien, según le contaron, "era muy trabajador e iba a buscar los ejemplares del diario La Unión".

En Ayacucho estuve 21 años y a la clientela la conozco bastante, he atendido a varias generaciones y por suerte en el barrio me quieren mucho.

Lo cierto es que, desde septiembre, el Municipio de Lomas comenzó con las obras para construir un nuevo paso bajo nivel en Loria-Ayacucho, con el objetivo de mejorar el tránsito en la zona. Y en ese sentido, el trabajo de Muscatelli iba a verse alterado ya que no tendría el mismo flujo de clientes que pasaban con sus autos por las vías. "El Municipio se puso en contacto conmigo y me ayudaron a encontrar un nuevo lugar para que me mude y no pierda mi empleo", reconoció Jeremías.

NUEVOS HORIZONTES

Ya instalado en su nuevo puesto en la Avenida Almirante Brown, Jeremías admitió que, pese a estar a muy pocos metros de su antiguo lugar de trabajo, "extraña aquel espacio, barrer las veredas, el paso de la gente y de los autos, porque ya sabía quienes eran y qué diario o revista llevaba". Inmediatamente, resaltó que lo más importante es que prácticamente cuenta con los mismos clientes, lo que le brinda una tranquilidad para seguir encarando el oficio.

El otro día vi que un cliente me estaba buscando en el quisco de Ayacucho, no me encontraba y le hice señas para que me reconociera. Son 50 metros de diferencia y los vecinos siguen siendo los mismos, pero hay que volver a generar la rutina, eso sucederá pronto.

"El cambio me afectó solo en los metros. Vivo a cinco cuadras, pero sigo viniendo al puesto de Jeremías", contó "Tito", un cliente que justo llegó al puesto de diarios y revistas y que demostró la lealtad a pesar de la mudanza.

"El otro día vi que un cliente me estaba buscando en el quisco de Ayacucho, no me encontraba y le hice señas para que me reconociera. Son 50 metros de diferencia y los vecinos siguen siendo los mismos, pero hay que volver a generar la rutina, eso sucederá pronto", cerró Jeremías con la divertida anécdota.

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