"Ya pasaron más de tres años y sigo sin saber quién mató a mi mamá"
DOLOR. Gabriel Ávalos, hijo de Inmaculada Concepción Núñez, sigue pidiendo justicia. En la causa no hay sospechosos ni detenidos. "Le pido a la Justicia que se comprometa", exige.
A Gabriel Ávalos la incertidumbre lo desespera. "Ya pasaron más de tres años y sigo sin saber quién mató a mi mamá y por qué", sentencia. Desde aquel 29 de diciembre de 2017, cuando el cuerpo de Inmaculada Concepción apareció semidesnudo y en avanzado estado de descomposición en un descampado de Santa Catalina, las preguntas de su hijo no encuentran respuestas. La causa hoy no tiene sospechosos ni mucho menos algún detenido, y la investigación se encuentra paralizada.
El de Inmaculada Concepción Núñez es otro ejemplo de cómo se investigan los femicidios de mujeres pobres en la Argentina. La pandemia del Coronavirus vino a favorecer esa desidia. Una muestra de eso es que todavía hay medidas de prueba que fueron solicitadas hace tiempo por la querella y la fiscalía no autoriza. "Le pido a la Justicia que se comprometa", exige Gabriel con las fuerzas que le quedan para seguir luchando.
El 27 de diciembre de 2017, al mediodía, Inmaculada Concepción, a quien no le gustaba su nombre y pedía que la llamaran "Evelyn", almorzó con unos amigos en el bar "Sabor y Tradición", cerca de la feria El Olimpo, en Lomas de Zamora. Ni esa noche ni al día siguiente volvió a su casa.
Al principio, Gabriel pensó que había perdido su celular. "Era raro que mi mamá no avisara", explica. Por eso recién a las horas empezó a escribirle a la gente que conocía. Una compañera del trabajo que le contó que "Evelyn" no había ido a trabajar. Fue entonces cuando la foto de la mujer comenzó a circular por redes sociales. Pensaban que estaba perdida.
El sábado 30, mientras Gabriel volvía a su casa en el colectivo 117 después de hacer la denuncia en la comisaría de Puente La Noria, conocidos le "reventaron" el celular avisándole que la mañana del día anterior, en un descampado de Santa Catalina, había aparecido el cadáver de una mujer.
A las 12 de la noche un patrullero fue a su casa y lo llevó a la morgue de los Tribunales de Lomas. Sin embargo tuvo que esperar hasta el día siguiente para reconocer el cuerpo porque estaba cerrada. El domingo 31, a las 9 pudo entrar. "La reconocí por fotos. Estaba en avanzado estado de descomposición. Fue tan fuerte verla que me desmayé", relata.
La investigación arrancó con el pie izquierdo. En la cuadra donde se encontró a "Evelyn" no había cámaras, y no se hallaron testigos directos. "No se pusieron a disposición los recursos que se suelen poner en otros femicidios. Cuando la víctima es una mujer pobre, y encima trabajadora sexual, se da una discriminación que provoca que la causa no se investigue como corresponde", explica Luciana Sánchez, abogada querellante.
Ante la lentitud de la Justicia, Sánchez pidió la colaboración de la Colectiva de Intervención Ante las Violencias (CIAV), organización que trabaja en la identificación de personas desaparecidas en democracia aplicando herramientas de la antropología forense y las ciencias sociales con perspectiva de género. Su presencia en la causa permitió demostrar que se trataba de un femicidio en un contexto prostituyente.
La información que permitió darle un giro en la causa provino principalmente del lugar donde fue hallado el cuerpo y de la operación de autopsia. El expediente tenía poca información, pero lo sumamente importante para identificar a los posibles sospechosos. Desde el CIAV sostienen que los elementos para comenzar a resolver el caso "están en el expediente judicial, el problema es que están sin revisar ni analizar".
"Cargar con la incertidumbre te come la cabeza. Mi mamá salió de mi casa hace tres años y la mataron, nunca volvió. Es abrumador porque el Estado no te ampara, hoy en día matan a cualquier mujer y sos un número más. En mi barrio son muchas las mujeres que desaparecieron o que fueron asesinadas, pero a ninguna se le dio relevancia", jura Gabriel.