La Unión | LOMAS

“Mientras la Patria siga pariendo personas libres, el nombre de José de San Martín seguirá resonando”

en un nuevo aniversario del natalicio de este héroe.

El vicepresidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Lomas, Héctor Safatle, rescata la capacidad de conducción del Libertador.

La admiración por José de San Martín se respira en muchos vecinos, pero en la Asociación Cultural Sanmartiniana de Lomas, la fecha del natalicio del libertador, el 25 de febrero, se vive de una manera muy especial. En este aniversario, el vicepresidente de la institución local, Héctor Aníbal Safatle, rescata en esta nota la figura del héroe y su gran capacidad de conducción. “Yo estoy seguro que mientras nuestra Patria siga pariendo personas libres que no permitan que se eclipse el sol de su bandera, el nombre de José de San Martín seguirá resonando hasta la posteridad”, reconoció.

Héctor comenzó a admirar a San Martín y a la gesta sanmartiniana “de chiquito”, en un rancho de Chascomús, a través de los relatos de su papá y de un paisano que le enseñó a arrear y a montar. “A San Martín hay que rescatarlo para la memoria histórica argentina como un liberal, pero en el sentido estricto. En la época que luchaba San Martín, los liberales bregaban por lo que hoy serían los Derechos Humanos, por las libertades de todo tipo”, remarca.

Este vecino destaca cuestiones del Cruce de los Andes para liberar Argentina, Chile y Perú que son claves para entender las dificultades que tuvo que superar el Ejército que conducía el Libertador: el ancho montañoso mínimo era 350 kilómetros, la altura máxima que cruzó fue más de 5 mil metros en ocasiones, como el Espinazo del Diablo (más conocido como Espinacito), que está a 5.200 metros de altura.

“Yo estuve ahí, me asusté, me aterré y yo sabía que no iba a liberar a nadie, no era que alguien me estaba esperando debajo para matarme o para tirarme un tiro. Me esperaba mi familia para comer un asado, y las piernas me temblaban. Imagino lo que habrá sentido aquella gente para llevar adelante a aquella gesta”, asegura, y destaca que las dificultades del cruce de la Cordillera de los Andes “sólo pueden ser calculadas por quien la realizó”.

La falta de pasto, de agua, de leña para las noches crudísimas eran todos puntos en contra en un lugar en que las temperaturas oscilan hasta 50º. “Yo pasé por temperaturas de 25º o 30º y noches de -20º en pleno enero”, recuerda.

EXPERIENCIA PROPIA. Safatle cuenta que en 1978 fue con unos amigos a conocer Mendoza. Acercándose a la zona del Cristo Redentor, había una lluvia que les “helaba los huesos”. Antes de llegar a Uspallata, un fuerte viento les movía la camioneta.

“san martín era un liberal en el sentido estricto. En esa época, los liberales bregaban por lo que hoy serían los Derechos Humanos.”

“Quisimos llegar al mirador del Aconcagua, pero no pudimos, la Policía nos dijo que demos la vuelta porque no íbamos a poder volver y que los pasos estaban cerrados. En pleno siglo XX, a bordo de una camioneta pesada, circulando por una cinta asfáltica, con pueblos y estaciones de servicio a los costados. La cordillera me había vencido. ¿Cómo el ejército libertador pudo 200 años atrás cruzarla con semejante perfección y coordinación? ¿El viento y la lluvia no les hacían nada?”, se pregunta.

Y segundos después se responde a sí mismo: “El sentido de la libertad que esa gente tenía y el poder de conducción de San Martín era tan importante, tan seguro de sí, que se lo transmitía a todo el mundo, era la libertad o morir, ése era el fundamento del cruce”.

Por último, desmiente categóricamente los rumores de que San Martín haya cruzado en camilla. “Es una barbaridad, es una locura, nadie que esté en camilla puede hacerse cargo de semejante gesta. ¿Cómo hace un tipo que está en camilla para comandar la vanguardia que estaba en la columna principal a 12 kilómetros de distancia, con 11 mil mulas, 1.500 caballos, 5 mil hombres, 700 vacas por un sendero que no pasaba los 60 centímetros?