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“Nos pegó de lleno ver la necesidad de la gente”

De brazos abiertos al barrio. Leonardo Ramírez, presidente del Club Sargento Cabral de Centenario, contó el trabajo que realizan para darle de comer a más de 200 personas a través de ollas populares.

El Club Sargento Cabral de Centenario tenía proyectado un 2020 repleto de obras y mejoras edilicias. De golpe, el Coronavirus y la cuarentena modificaron los planes y hoy son el sostén de más de 200 familias que dos veces por semana se acercan a buscar un plato de comida.

En el corazón de Centenario, el club del barrio debió cambiar sus prioridades ante un contexto económico que les pegó de lleno a las familias más humildes. “Cuando se dio la noticia de la cuarentena, quedamos todos shockeados. Pensamos que eran 40, 50 días y que la podíamos pasar pero, de a poco, internamente en el club nos llegaban los comentarios de algunos papás que cobraban por día y estaban sin laburo o que directamente se habían quedado sin trabajo. Pensamos en ayudarlos y armamos bolsitas de mercadería para ellos. Pero después se extendió el periodo de cuarentena, entendimos que iba para largo y decidimos dar un paso más”, comentó Leonardo Ramírez, presidente de la institución.

Así, miércoles y viernes a partir de las 19, iniciaron las ollas populares entregando de a 120 raciones. Con el correr de los días pasaron a ser 160, después 180 y, en una última ocasión, 250. “Hay mucha gente que tiene vergüenza de decirte que necesita una mano. Nos pegó de lleno ver la necesidad tan grande que había, por eso, avanzamos y decidimos que teníamos que seguir. La gente viene contenta, agradecida, dando las bendiciones. Es chocante pero gratificante a la vez. Te da angustia por la situación pero es placentero poder ayudar”, indicó.

En ese contexto, la ayuda empezó a llegar de a poco. Un integrante acercó una camiseta de Banfield firmada por Renato Civelli para sortear mientras que los clubes Ituzaingo y San José sumaron donaciones de mercadería. Los vecinos hicieron su aporte en un locro solidario, agotando todas las porciones que se produjeron. Y así, día a día, encuentran los medios para sostener la ayuda. “Somos un club solidario y somos todos compañeros. Siento orgullo de integrar un grupo así, donde todos tiramos para el mismo lado, seguimos para adelante y decidimos no parar hasta que se recupere la gente”, agregó.

En el calendario del club, por estos días debían inaugurarse media docena de obras que se habían iniciado y se vieron interrumpidas por el aislamiento. Una tribuna a nuevo, el alisado y la pintura de la cancha, nuevos vestuarios y algunos detalles más de infraestructura tuvieron que frenarse. “De pensar en armar una cancha nueva con vestuarios y en la felicidad de los chicos pateando la pelota, pasamos a tener el club cerrado, a tener que ayudar a la gente. Es lo que tocó: no nos pudimos quedar quietos y tuvimos que poner manos a la obra. Igualmente, estamos contentos por hacer mejor que podemos y dar una mano”, detalló Leo.

Más de 220 personas que practican deportes a diario en el club esperan con ansias que la historia del Coronavirus llegue a su fi

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