
El escritor escocés Irvine Welsh, por primera vez en la Argentina con motivo del Filba, se refirió a ese clásico moderno que, a 20 años de haber sido llevado al cine, es su novela "Trainspotting", abogó por el poder de la contracultura, vaticinó la salida de Escocia del Reino Unido, cargó contra Donald Trump y reafirmó su pasión por el fútbol y las expresiones populares.
Welsh tiene 58 años cumplidos anteayer, 27 de septiembre, y los celebró "comiendo mucha carne y tomando mucho vino tinto" en Buenos Aires: "Traté de ver un partido de fútbol pero no había ninguno, aunque la gente de Racing me envió una camiseta y me hizo miembro honorario", le dice a Télam en el hotel porteño donde concertó la entrevista.
Se refiere al mismo club sufrido que en el 67 dejó fuera de la Copa Intercontinental al Celtic de su Escocia natal, y que no volvió a ganar un campeonato internacional en las siguientes dos décadas: "Si intentan ganar y no lo logran tanto es como en casa", dice este señor tatuado, pelado, de gafas oscuras y ojos igual de celestes que las rayas de la camiseta de la selección argentina que lleva puesta.
El Filba se realiza hasta el domingo próximo en cinco sedes porteñas con el foco puesto en el cuerpo, "una especie de sabotaje -advierte Welsh-, porque el cuerpo siempre nos atormenta con sus funciones y decadencia. Es nuestro vehículo por este mundo, pero controla nuestras realidades y puede decepcionarnos".
Welsh participará el sábado a las 18.30 en La Abadía (Gorostiaga 1908) del panel "Excesos", un tema recurrente en sus libros, junto a los escritores Mariana Enríquez y Hugo Mujica. Tiene doce publicados por Anagrama en el país, el último es "La vida sexual de las gemelas siamesas"; y "Acid house", "Escoria", "Crimen", "Col recalentada", "Chefs", "Extasis" y "Skagboys" son algunos otros.
Esa temática responde en parte a que la generación que integró en los 80 -como parte del movimiento punk, como hooligan o consumidor de drogas duras como la heroína- hizo que él y sus amigos "pasaran de saludarse en fiestas para hacerlo en funerales", resume, y eso se lee en sus libros. Fue la época en que comenzaba a hablarse del HIV asociado unidireccionalmente con prácticas homosexuales, sin noción respecto a las formas de contagio.
"Drogas, excesos y adicciones son material de trabajo pero también metáforas de las cosas e indicativos de una época. Definitivamente son una forma de estar en el mundo. Creo que en el mejor de los casos son un puente en las transiciones sociales, aunque también sirven para nivelar la brecha, como la plaga en el Medioevo", afirma el escritor nacido en 1958 en Leith, localidad de Edimburgo, capital escocesa.
-Télam: Atravesada fuertemente de autores contraculturales como Lou Reed, Joy Division e Iggy Pop, su obra rescata localismos, reivindica el slang y visibiliza personajes urbanos marginales que pasan de un libro a otro...
-Welsh: Cualquier subcultura con que te encuentres involucra un aprendizaje, su poder reside en su singularidad, en la búsqueda de pertenencia y desde ahí conecté con la música. Fue mi primer amor, toqué en bandas y fui Dj pero era muy malo y por eso caí en la escritura, aunque la música de alguna manera moldea todo lo que escribo.
Cuando pienso un personaje lo primero que hago es la playlist que escucharía, a mis primeros cuentos los pensaba como baladas y considero a David Bowie una inspiración masiva absoluta, definió a mi generación y su muerte fue un gran golpe. Fue un genio completo que nos empoderó para ser lo que somos.
-T: Veinte años después de "Trainspotting", qué lectura hace de esa película y de qué se trata la secuela cinematográfica que llegará a los cines en enero, una reversión de la novela "Porno" que en el papel transcurre en 2002 pero en la pantalla se actualiza al presente.
-W: Hace poco tiempo vi el filme en un festival en Chicago y me sorprendió lo cool que era. Disfruté verme a mí mismo con pelo. Fue divertido. Y sobre "Porno", "Transpoitting 2" para el cine, tendrán que esperar al estreno para enterarse. No voy a hablar de eso. Es la vida de estos cuatro personajes ya adultos ambientada en 2016. No tenía sentido dejarlos en 2000 porque esos años en Europa fueron muy aburridos, recién en 2008 con la caída del neoliberalismo la cosa se pudo buena.
-T: ¿Cómo surgió esa novela y cómo la interpreta hoy? Era usted un joven de 28 años escribiendo sobre jóvenes de 24 años cuando la hizo.
-W: "Trainspoting" nació como la promesa a un editor inglés de una novela que no tenía. Un amigo mío me publicaba cuentos en diarios y revistas barriales y fue idea suya presentar todo eso reunido. Eliminé una primera parte que era extensísima, donde contaba cómo se volvían heroinómanos algunos personajes, lo siguiente fue la novela que marcó el inicio de mi carrera como escritor y "Porno" es el resto de la historia.
"Trainspotting" habla de la juventud y del paso de un mundo a otro que no nos da un lugar, algo que empezó en los 80 con la clase obrera desapareciendo y siendo reemplazada por la clase media y continúa ahora con la clase media desapareciendo. Los trabajadores de cuello blanco y empleados de comercio no están pudiendo hacer dinero, lo cual genera enojo y mantiene vigente a la novela. El neoliberalismo deja afuera a muchos.
-T: ¿Qué interés persiguen sus narraciones?
-W: Yo quiero escribir sobre el mundo que veo. Mi escritura gira en torno a la historia de cada uno de sus personajes, tenés muchas cosas que los van atravesando si querés, temas recurrentes en mí. La única responsabilidad del escritor es con uno mismo, escribir lo que es hermoso para uno, lo que uno desea, pero es una cosa muy egoísta, tiene que ver con congraciarse con uno mismo. Es una total evasión de las responsabilidades que me permite meterme de lleno, en profundidad, con las emociones. Para escribir tomás lo que te viene bien, no pedís permiso, ves lo que ves y sobre eso escribís. No podría ver otra cosa de la que yo veo.
-T: ¿Qué hacía antes de publicar su primera novela y cómo era su vínculo con la lectura?
-W: Siempre me gustó entrar en el mundo de otro a través de la lectura, desde muy chico cuando leía las aventuras que escribía Willard Price para una colección infantil, aventuras en el Artico con un oso polar o persecuciones de tiburones bajo el mar (se ríe).
Por otro lado, nunca fui muy bueno para el trabajo, no tengo interés ni visión. Cuando mejor me fue, fue en organismos públicos en puestos de management, cuando entendí que no tenía que trabajar sino hablar de trabajar.
-T: Instalado hace doce años en los Estados Unidos, pivotea escribiendo guiones, cuentos y novelas entre las ciudades de Chicago, Miami y Edimburgo, Escocia. ¿Cómo impactan en usted la actualidad política de esos países, el primero comicios presidenciales en puerta y el segundo con la intención de independizarse de Reino Unido?
-W: Donald Trump es una criatura inevitable de su tiempo, una horrorosa parábola de las épocas que vivimos y su ascenso es inevitable dado lo que ha sucedido en los últimos años: Bernie Sanders trató de llegar y no pudo porque la socialdemocracia fue cooptada y eso le da lugar a este fascismo. Trump ha desencadenado las fuerzas, es muy egoísta para ser él fachista, pero ha desatado algo que puede llegar a prosperar. Por otro lado, simbólicamente, sería bueno que gane una figura femenina la presidencia, pero Hillary Clinton, finalmente, es la continuación de un fallido del neoliberalismo. Y Escocia... El pueblo escocés es más europeo, no tiene esa mentalidad insular e imperialista del Reino Unido (NdR: tiene su propio sistema jurídico, su forma de entender la religión y la educación). Creo que vamos a ser independientes definitivamente.