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“Casablanca”, una de las joyas del cine, cumple 75 años

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Nació con un fin propagandístico en medio de la Segunda Guerra Mundial y se trasformó en un clásico, a pesar de que no despertaba grandes expectativas.

Vueltas del destino. Sam iba a ser en realidad una mujer y a Rick le iba a interpretar Ronald Reagan, quien sería décadas después presidente de los Estados Unidos. Pero para suerte de los cinéfilos, “Casablanca” pasó a las páginas de la historia del cine con la voz ronca de Doolew Wilson cantando “As time goes by”, mientras Humphrey Bogart e Ingrid Bergman recordaban París desde la ciudad marroquí que le da título al film.

“Casablanca”, dirigida por el húngaro Michael Curtiz, llegaba a las salas de buen parte del mundo hace exactamente 75 años y su estreno se produjo en plena Segunda Guerra Mundial, cuando el conflicto bélico entraba en su etapa crucial.

Precisamente, el estreno tuvo la intención propagandística de celebrar que apenas unos días antes se había producido el desembarco de las tropas de los Aliados, en especial estadounidenses y británicas, en el Norte de África, que debilitaría en gran medida el régimen colaboracionista de Vichy, representado en la película por el capitán Louis Renault, el papel de Claude Reins.

A pesar de ser una de las historias de amor más populares del Séptimo Arte, esta joya de la cinematografía, según el American Film Institute (AFI), también es una película política y de guerra.

En las escenas, Rick (Bogart) pertenece a la resistencia contra los nazis y en ese contexto conoce a la bellísima Ilsa (Bergman) en París, donde ella espera en vano encontrar a su marido desaparecido. Este sujeto, Victor Laszlo, interpretado por Paul Henreid, es, a su vez, el líder de esa lucha contra la Alemania de Hitler.

Todos ellos se encuentran en Casablanca, paso obligado de los miembros de la resistencia que buscan obtener una visa para continuar su lucha desde fuera de Francia. Mientras que el café de Rick es el punto en el que los intercambios se producen. Pero pese a ese contexto político, “Casablanca” es una pura historia de amor, la de Rick e Ilsa, sustentada en las magníficas interpretaciones de dos de los más grandes actores que dio el cine, que hicieron magia con un material en el que nadie confiaba demasiado.

SIN RECONOCIMIENTOS PARA LOS ACTORES. Sin embargo, ni Bogart ni Bergman ganaron el Oscar. Las estatuillas de la Academia fueron para el director Michael Curti y también al guion adaptado de la obra de teatro “Everybody Comes to Rick’s” y a la película. Un dato curioso es que el guión se fue cambiando una y mil veces durante el rodaje.

Por ejemplo, al principio no se sabía si Ilsa se quedaría con Rick o con Victor, la escena final de la despedida en el aeropuerto se escribió la noche antes del rodaje y la famosa frase “Creo que esto es el comienzo de una gran amistad”, se incorporó una vez finalizada la grabación. El guión también incluyó algunas de sus frases que se transformaron en íconos del cine, como “Tócala de nuevo, Sam”, “El tiempo pasará”, “Siempre tendremos París” o “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”, entre otras.

SIN EXPECTATIVAS. Nadie en el equipo de Casablanca esperaba pasar a la posteridad y su intención no era, ni mucho menos, convertirse en una de las historias de amor más famosas del cine.

A priori, era una más de las numerosas películas propagandísticas que Hollywood se encargó de producir a principios de los años cuarenta, especialmente después del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Fue un accidentado proyecto que sin embargo hechizó a los espectadores desde el primer día por la magia que desprendía una pareja irrepetible y un poco habitual final infe

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