Raúl revolucionó Lomas con su pan caliente hace 30 años
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La gente hacía cola en Fonrouge para comprar. En vez de hornear en una etapa, de madrugada, lo hacía durante el día, una novedad que fue un éxito.
Raúl Mallía generó una revolución en Lomas en 1988 cuando creó una nueva forma de comercializar el pan. En vez cocinarlo en una etapa, de 4 a 7 de la madrugada, lo cocinaba durante todo el día, entonces los vecinos se llevaban su pan caliente, un diamante en bruto en el invierno. Recuerdan que había cola para comprar.
El martes 19 de julio de 1988, el Diario La Unión le dedicó una nota a esta novedad, que llegaba en un momento de más consumo. La noticia se situaba en Nouvelle, una panadería que todavía existe en la calle Fonrouge, Lomas Este. “Creamos el sistema de producción a la vista y la cocción constantemente de pan y facturas”, adelanta Raúl.
Y explica: “Fue una forma de comercializar el pan, cocinándolo constantemente. El proceso de producción es muy sencillo. Se produce, se deja descansar y en la medida que se necesita vender, se cocina, es una forma de tener caliente el pan y que la gente lo lleve recién hecho”.
A sus 18 años, este vecino se asoció a un panadero, “uno de los más importantes de zona Sur”, Raúl González, quien ya falleció. “Asociarse con él fue uno de los secretos para el éxito porque ya estaba en el gremio y conocía del tema. No éramos muchos los de esa zona y logramos lo que queríamos. Llegamos a producir más de 20 bolsas de harina por día”, destaca.
Pero su camino y su alma de comerciante siguió. En 1993, vendió el fondo de comercio a sus exsocios y en 1996 abrió otra confitería sobre Boedo que también hoy permanece, Las Lomas. En 2003, vendió otra vez el fondo de comercio y en 2006 se estableció en Adrogué, con Summus (los más grandes, los más lindos en latín), donde permanece.
“Creamos el sistema de producción a la vista y la cocción constante de pan.”
Establecerse en Adrogué (más precisamente en Esteban de Adrogué 1096) no fue fácil hasta que los “adoptaron” como comerciantes: “Estuvimos un año y medio tirando mercadería. Esto no es una madera, esto se hace y se tiene que vender en el día. Lo donábamos a hogares”.
En cuanto al público, Raúl comparte una gran diferencia entre Adrogué y Lomas. “Esta ciudad es mucho más chica, hay tres confiterías y nosotros hicimos algo distinto que no había acá. En cuanto al público, el 80% de la gente es de todos los días. En cambio, en Lomas, el 80% de los que compran es gente de paso”, compara.
Para Raúl no hay muchos secretos, “la diferencia lo hace la buena atención y la calidad”. “Creo que éste va a ser el último (emprendimiento), salvo que sigan mis hijos. Uno hace mucho que está en esto y se cansa. La época cambió mucho, no es lo rentable que esto fue antes, cada vez es más sacrificado”, cierra este vecino que dio muchas satisfacciones en pleno invierno con su pan calie