Ricardo Curio, el dueño del “café, café” de la Grigera
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Desde hace 27 años, cuando se quedó sin trabajo, este vecino de Lomas vende café, gaseosa y comida casera elaborada por su esposa.
Ricardo está los sábados, domingos y feriados en la Plaza Grigera. Vende gaseosas, café, alfajores, sándwiches, todo casero, elaborado por su esposa. Empezó hace 27 años, sin muchas opciones para elegir. “Era aparador de calzado y me quedé sin trabajo antes de que Menem ganara la segunda vuelta. No había trabajo por las importaciones”, recuerda. Sin tiempo para bajonearse o tirar la toalla, salió a la calle a vender.
Tuvo un buen arranque, en el Festejo del Día de Reyes, donde la plaza suele estar colmada de vecinos. “Me compré una heladera de plástico y empecé. A los dos meses sumé café, gaseosa y luego la comida, sándwiches, alfajores, gaseosas, postres caseros elaborados por mi señora. La gente se enloquece por las cosas caseras, tengo buen precio y buena mercadería, por eso me compran con los ojos cerrados”, cuenta el vecino de Centenario que en septiembre cumple sus 72 años.
Empezó trabajando todos los días y con su bicicleta iba por Laprida, por edificios, por locales, pero desde que lo operaron del corazón y no puede hacer esfuerzos, se queda en la plaza. Llega al mediodía en una motito, porque durante la mañana se dedican a elaborar la comida. “Tengo que hacer algo porque soy jubilado y no me alcanza, tengo la mínima”, y agrega entre risas: “Soy el café café”.
"Me compré una heladera de plástico y empecé. A los dos meses empecé a trabajar con café, gaseosa y luego con la comida, sándwiches, alfajores, gaseosas, postres caseros elaborados por mi señora. La gente se enloquece por las cosas caseras, tengo buen precio y buena mercadería, por eso me compran con los ojos cerrados.”
En el último tiempo, Ricardo notó un crecimiento de vendedores ambulantes en la zona. “Hay mucha gente que no tiene trabajo y tiene que hacer algo. Veo mujeres y chicos incluso en las paradas de colectivos, en las calles”, menciona.
Sin embargo, en esta profesión hay que tener en cuenta algunas cosas. “El vendedor ambulante a veces no tiene prestancia, no tiene mercadería buena o tiene productos caros. Se quiere hacer el día en dos días y eso no se puede. Debe tener paciencia. Yo trato de vestirme bien y tengo convicción para vender”, enumera.
Durante casi 30 años en la Plaza, Ricardo recuerda el paso de Carlitos, el famoso “Pirulinero” que seguramente muchos añoran, y de cinco o seis heladeros que, con el tiempo, fallecieron. También recibe el reconocimiento y el cariño de los vecinos. “Vienen a la Plaza muchachos con sus hijos y me dicen ‘yo te compraba los sandwichitos cuando iba al colegio’. Eso me llena de alegría”, comenta Ricardo, con la sonrisa de jugar de local.