Los Andes rescató un punto en Bahía Blanca y se vuelve con una sonrisa
Con un gol agónico de Turraca. Sin jugar bien y con otra floja producción, el Milrayitas tuvo su punto alto en el amor propio de sus jugadores y, con empuje y determinación, consiguió un valioso empate ante Olimpo, de visitante, a pocos minutos del final.
En su viaje a Bahía Blanca, Los Andes encontró algo de tranquilidad y emprenderá su regreso con una sonrisa, con un empate que sirve de inyección anímica para lo que viene. Otra vez fue una pobre producción, pero rescató un valioso punto a cinco minutos del final ante un pobre Olimpo, que no merecía ganar, y así mantuvo su invicto en el Roberto Carminatti.
El Milrayitas no jugó bien, nuevamente careció de ideas y generó escasas situaciones a lo largo del encuentro, pero el coraje de algunos nombres propios en los momentos más crítico lo mantuvo con vida hasta el final y, cerca del epílogo, consiguió su premio, a puro empuje y determinación.
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Recién en los últimos diez minutos, acorraló al Aurinegro contra su valla. Primero con un remate de Levato que besó el palo, luego con un misil de Guruceaga que Holgado mandó al córner. Y la tercera, como dice el refrán, fue la vencida: tras un tiro de esquina, Turraca capturó el rebote afuera del área y, con un remate mordido, anotó su primer gol en primera y desató el festejo del pueblo milrayitas.
Con ese gol, el conjunto de Lomas se puso justicia al marcador porque, si bien no había tenido un gran partido y otra vez mostró puntos flojos, Olimpo tampoco había hecho méritos para quedarse con la victoria. La mayor virtud del local fue aprovechar un comienzo dubitativo de la visita para apretarlo y anotar el 1-0, a los ocho minutos y por intermedio de Rodríguez.
A pesar de eso, lo del equipo de Daniel Bonjour fue bastante pobre a rasgos generales, con muchas imprecisiones y sin una idea clara. A Requena, que sólo tuvo una intervención de riesgo en el inicio del complemento con una buen respuesta ante disparo de Rodríguez, le llagaron muy poco y por eso no pudo sentenciar la historia.
Por todo esto, el empate fue el resultado más justo. Ninguno mereció ganarlo. Sin embargo, por la manera y por lo que había sido el partido, para el Milrayitas fue como un triunfo, un punto que vale tres. Y una inyección anímica para el futuro.
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