El recuerdo de Gardel, Biondi y Cortázar, por los propios vecinos
el paso de tres grandes por Lomas. El cantautor cantó en plena calle, ?para el pueblo?. El humorista le sonreía a su médico a pesar de su cardiopatía y el escritor, un excelente alumno e hijo.
Hay personajes que quedan grabados por siempre en la mente de los vecinos y perduran por generaciones. La única visita de Carlos Gardel a Lomas, en el último show que dio antes del accidente aéreo, el humor y la sencillez de Pepe Biondi, y la nostalgia que envuelve al paso de Julio Cortázar por Banfield forman parte de las páginas de Lomas. Aquí, contadas por los propios vecinos.
TALENTO Y GRANDEZA. En la edición del 12 de septiembre de 1933, el diario La Unión se hizo eco de la única presentación de Gardel en Lomas y la última antes de morir, que fue en el Teatro Español. Mucha gente se había quedado afuera, ya sea por falta de espacio (la sala tenía capacidad para unas 1.500 personas) o porque no podía pagar la entrada. Pero al finalizar el espectáculo, Gardel les dio a los vecinos una sorpresa y les cantó en la calle, gratis.
El presidente de la Sociedad Italiana de Lomas, Jorge Castiglioni, cuenta que su abuela, María Lissi, fue testigo directa de ese regalo. “Gardel cantó justo en la ventana del dormitorio donde ella dormía, en la casona que tenía en la avenida Hipólito Yrigoyen, que en aquel momento se llamaba Necochea. Se apoyó en esa ventana para cantarle a la gente que no había podido entrar. Le cantó al pueblo”, resumió sobre aquel 11 de septiembre que los lomenses guardarán siempre en su corazón. Además, esa misma noche, los directivos del Club Los Andes lo hicieron socio honorario número uno a Gardel, para sellar su paso por Lomas.
SENCILLEZ Y HUMOR. Freddy Hansen cuenta que tenía el consultorio en Adrogué y una noche se acercó una vecina para comentarle que un hombre necesitaba que lo atendiera porque sufría del corazón, tenía una cardiopatía. “Fui a la casa y cuando lo vi casi me caigo de espalda, era José Biondi, le digo ‘qué le anda pasando’, y con un leve sonrisa me dijo ‘estoy patapúfete’, le había bajado la presión arterial, le di medicación, estuve como dos horas”, recuerda el vecino.
Como el médico le tenía que controlar con frecuencia la presión, fue durante casi dos meses dos o tres veces por semana a la casa. “Hicimos una relación. Él era un ídolo de la televisión y tenía un humor sano, lástima que se fue temprano”.
EL NACIMIENTO DE UN ESCRITOR. Julio Cortázar pasó su adolescencia en Banfield, en la calle Rodíguez Peña 585. “La casona no se conserva de forma original, fue demolida, pero unos amigos de la familia lograron rescatar una puerta de esa demolición y donarla a la Escuela Nº10, donde se exhibe como una reliquia. Frente a la vivienda, la SADE puso un cartel para referenciar la casa, que es visitada por estudiantes extranjeros que quieren conocer el lugar donde vivió el escritor”, contó el historiador Hugo Bento, quien entrevistó a la mamá y a la hermana de Cortázar.
“La mamá me contó que leía muchísimo, que era un excelente alumno, me mostró el boletín de calificaciones. Le gustaba cocinar, a los 8 y 10 años le hacía puchero a toda la familia. Era muy servicial, atento, amoroso”, agrega.
Hugo Bento vio las miles de cartas que Julio le mandaba a su madre cuando estaba en Europa y Ofelia, su hermana, le mostró un poema inédito que luego Bento publicó en el libro que se editó por los 150 años de Lomas y tuvo gran repercusión: “Era una poesía que le había dedicado Julio a los 14 años cuando estaban en Banfield. Se refería a un peinado que ella se había hecho. Él se lo dedicó con ironía y sentido del humor