Rescate emotivo Pasó de ser un furioso rockero a un elegante baladista y un galán de cine conquistando toda América. Fue el primer latino en actuar es ese mítico espacio de Nueva York.
Sandro lo hizo una y otra vez. Brilló antes de cumplir los 18 con Los de Fuego en su versión del Elvis Presley criollo, luego amplió el espectro como un baladista romántico apto para toda la familia y, finalmente, supo aggiornarse artísticamente a cada momento de su vida, burlándose de sí mismo por sus achaques y hasta de su veteranía.
Este genial artista, ídolo de varias generaciones y de total vigencia a pesar de su ausencia física, nacía hace 80 años en la Maternidad Sardá de Parque Patricios, el 19 de agosto de 1945. Se crió en Valentín Alsina y tiempo después de instaló definitivamente en casona de Banfield.
El Gitano además es el mismo que acumuló suspiros femeninos y varias prendas íntimas arrojadas con pasión desde la platea por las "nenas", pero también es el que ganó la admiración de los hombres con los que supo manejar un guiño cómplice de camaradería de arrabal.
Este zigzagueante juego a dos puntas hizo que pueda ser el mismo en su debut en el Club Victoriano Arenas de Valentín Alsina enfundado en roqueros pantalones de cuero, que cuando se subió de riguroso smoking a las tablas del mítico Madison Square Garden, siendo el primer latino en actuar es ese mítico espacio de Nueva York.
También supo convertirse en actor y protagonizó más de una decena de películas, donde hizo de galán, se animó a hacer escenas de acción, hizo emocionar a más de uno y promocionó sus canciones.
Incluso tuvo su propio programa de televisión, Querido Sandro, donde desfilaron grandes artistas y donde incluso se animó a cantar con Riff, la banda que lideraba Pappo.
Sandro se guardaba de vez en cuando y volvía como si nada para hacer incontables conciertos en el Gran Rex y otros escenarios. En el escenario manejaba los climas como nadie y sabía manejar a la perfección el ida y vuelta con el público.
A contramano de los de su especie, Sandro eligió cultivar el perfil bajo en su casona de Banfield y no precisar de un escándalo para acrecentar su popularidad.
En su guarida de Beruti al 200 era Roberto y se alejada del personaje de Sandro. También ahí se convertía en un gran anfitrión de su selecto grupo de amigos en largas tertulias con sabrosos manjares y exquisitas bebidas.
Este ídolo de varias generaciones, devenido en un mito imperecedero, partía aquel 4 de enero de 2010, estaría cumpliendo sus 80 años hoy y aún se lo extraña.