Para leer El emblema del Gasolero fue la inspiración para que Carlos Algeri, periodista y dramaturgo, le dé forma a un relato distinguido por la entidad nacional.
Todos los clubes tienen a esos futbolistas que marcaron una época, ésos que son el orgullo de sus hinchas y a los que popularmente se los denomina ídolos. Algo especial los transporta a esa categoría y por eso, a pesar del paso de los años, siguen ahí presente.
Ese lugar, por citar algunos, lo ocupan jugadores como José Luis "Garrafa" Sánchez, insignia de Banfield, o el recordado Juan Carlos Díaz, emblema de Los Andes. Y Temperley también tiene los suyos. Uno de ellos es Alejo Escos, ese pícaro y talentoso mediocampista, gambeteador como pocos, que hizo estragos en el fútbol local entre la década 70 y que marcó una época en el Gasolero.
En él, justamente, se inspiró el reconocido periodista local Carlos Algeri para escribir un cuento sobre su ídolo -y el de muchos hinchas celeste- que fue premiado por Cultura AFA, siendo parte del libro digital publicado por la casa madre del fútbol argentino.
"El ídolo tiene condiciones particulares, es alguien al que se tiene que admirar. Un iluminado, un talentoso, cuyas virtudes sean reconocidas por todas las hinchadas. Y no cualquiera llega a esa categoría. Es alguien que va más allá de lo futbolístico y lo que genera en el otro se guía más por la emoción que por la razón", explicó el periodista lomense.
Todo eso que enumeró es lo que Escos despierta en Algeri, quien se enamoró de él cuando tenía 5 años e iba al estadio Alfredo Beranger acompañado de su papá, otro fanático del Gasolero. Esas gambetas, el virtuosismo y el desparpajo para eludir rivales llamaron la atención de ese nene, generando un vínculo para toda la vida. Es que cada vez que lo recuerda, inmediatamente se trasporta a esa época.
"Mis primeras imágenes de fútbol son las gambetas de Alejo Escos y todo eso construyó en mí un personaje mítico. Siempre fue mi ídolo y representa mucho en mi vida porque él fue parte del vínculo entre mi papá y yo. Mi viejo, que era muy exigente al momento de calificar a los jugadores, le dijo 'fenómeno' y eso me marcó, todavía hoy lo recuerdo. Por eso, el ídolo va más allá de lo que es fútbol, representa algo más importante", remarcó.
Ese amor por Escos lo llevó a tenerlo presente en las dos novelas que escribió, la primera "Plomo en las alas" (1988) y la segunda "La bandera del campeón" (2002). Y todo eso tiene una explicación. "Al ídolo no se lo olvida. Marca una época de tu vida, a tu club y eso es para siempre. Uno se lo apropia, lo defiende a capa y espada", remarcó este fanático del Celeste, que actualmente tiene un programa en FM Urbe 97.3 llamado "Modo Temperley", en que trabaja junto a Marcelo Greco y su hija Laura.
Los ídolos son los que mantienen viva la historia de un club, su idiosincrasia.
Pero lo que talentoso mediocampista hizo con la pelota, la cual -según define Carlos en su cuento- "se enamoró de esa derecha que era capaz de apilar muñecos en una mancha de aceite o de meter un pase gol por el ojo de una aguja", no sólo marcó su vida, sino la de Temperley. Y este periodista, también dramaturgo y guionista, lo dejó en claro.
"Los ídolos son los que mantienen viva la historia de un club, su idiosincrasia. En Temperley, por ejemplo, se jugó históricamente bien al fútbol, siempre estuvo entre los que mejor jugaba y futbolistas como Alejo, Mariano Biondi u Horacio Magallán, entre otros, son los que mejor lo reflejaron. Por eso, son ídolos", destacó.
Y en base a eso, lanzó un pedido al mundo del Gasolero, ilusionado con que ese talentoso que brilló en el ascenso y según él "nació en la época equivocada", tenga el lugar que se merece en el estadio Beranger, que disfrutó y sonrió con sus gambetas.
"Alejo es la esencia del mejor fútbol que practicó Temperley a lo largo de la historia. Por eso, lo que pido como hincha es que se ponga el nombre de Alejo Escos a la tribuna visitante", dejó en claro. Y emocionado, concluyó: "Alejo era feliz jugando, y nosotros éramos felices viéndolo. Y eso es para siempre, nunca se olvida, porque el fútbol es sinónimo de felicidad".
EL CUENTO DE CARLOS ALGERI