SIEMPRE ESTUVO CERCA Walter Urriza tiene 59 años y su vínculo con el Taladro es especial por vivir al lado del Florencio Sola. Su historia y sus increíbles anécdotas.
Walter Urriza es un vecino de Banfield que desde su niñez vive "pegado" al estadio Florencio Sola, la cancha del Taladro, el club de sus amores. Y decir "pegado" en este caso no es una metáfora. Es literal: la parte trasera de su casa, ubicada en la calle Lugano y Granaderos, da hacia donde ahora se encuentra la tribuna Osvaldo Fani.
A través de los años, este hincha de 59 años fue testigo de triunfos, campeonatos y derrotas de Banfield. Wali, como lo llaman sus amigos, conversó con el Diario La Unión y repasó anécdotas vividas simplemente por tener su casa ahí, al lado del Lencho. Entre otras, contó que cuando los partidos eran televisados los viernes a la noche por el viejo canal 7, se iba hasta el córner para ubicarse justo en el lugar que daban las cámaras de televisión para que lo enfocaran y así saludar a su mamá que, en verdad, estaba a apenas 30 metros, del otro lado del paredón.
"La cancha fue la escuelita de fútbol sin cruzar una calle. Bordeaba toda la vereda, en la manzana de la 'escuelita' de Luis Bagnato (el defensor, ídolo del recordado equipo de 1951) y Amilcar Manzoni", reseñó Walter Urriza.
Además, recordó a Pichón Camacho, una de las personas claves para que este hincha pudiera entrar con sus amigos al estadio. Era el encargado de atender el buffet que funcionaba debajo de la tribuna Eliseo Mouriño, donde hoy se encuentra el Espacio Banfileño, y en el que antes estaba la cancha de bochas, sobre la calle Lugano.
"Recuerdo las tardes de jugar en la cancha ni bien Pichón abría el sector bochas y entrábamos con los chicos del barrio. Por decirlo de alguna manera, era como nuestro abuelo", rememoró.
Walter Urriza, a su vez, inmortalizó el momento en el que presenció el partido que el Taladro se consagró campeón y logró el ascenso a la Primera División del fútbol argentino, tras igualar 0 a 0 con Defensores de Belgrano por la fecha 36 de la Primera B, cuando todavía faltaban dos fechas de terminar el campeonato.
"Vivir al lado de la cancha me dio la posibilidad de entrar solo desde muy chico. Por ejemplo, con 9 años, estaba sentado en la tribuna Osvaldo Fani festejando el campeonato en 1973. Para los chicos del barrio era lo mismo de todos los días, pero con la gente y el partido. Además, venía con todos los vecinos y la concurrencia no era tanta como en estas épocas", señaló.
"MAMÁ MIRÁ LA TELE ASÍ TE SALUDO"
Una de las experiencias que este vecino más guarda en su memoria son los saludos a su madre, cuando el buffet de Pichón estaba abierto y no había control en la entrada.
"Los viernes se televisaba un partido por canal 7, y si el día estaba medio feo, no iba nadie a la cancha. Entonces, lo que hacía era irme hasta la cancha, me ponía en el rincón del córner para que cuando la pelota iba hacia ese lado, me enfocara la cámara de la televisación y yo pudiera saludar a mi vieja. No sé si ella me miraba o no, pero era un entretenimiento", relató.
Y agregó: "Entrar de colado a la cancha era un vicio".
Walter Urriza contó que al actual estadio del equipo de Peña y Arenales se podía ingresar por el lado trasero de la vivienda, cuando no existían los controles actuales. Y detalló un hecho insólito ocurrido con "alguien que no sabía cómo colarse a la cancha".
"En aquella época entrabas a la cancha saltando el techo de mi casa porque daba a la parte de atrás. No se utilizaba todo el perímetro del estadio para ingresar como ahora; esa parte estaba muerta y todo el mundo quería entrar. Un día vino alguien que no sabía por dónde entrábamos y se quiso trepar por la pared a la torre, pero se cayó y agujereó los dos techos, uno de fibrocemento y un cielorraso, y quedó un agujero redondo a la vista del cielo".
La pasión por un club de fútbol, se sabe, no conoce de distancias. Un hincha se puede ir a vivir a otro país y seguirlo desde lejos. Pero en el caso de Walter Urriza esa distancia directamente no existe. El Lencho Sola siempre estuvo cerca, al ladito.