TV Retro El actor saltó definitivamente a la fama con esta comedia costumbrista y bien porteña que fue un furor a fines de los '80.
Para fines de los '80, Guillermo Francella no era una estrella en el mundo del espectáculo local y había tenido varias incursiones en ficciones televisivas y películas luego de sus comienzos en el teatro.
Su gran salto a la popularidad se dio en 1988 con De carne somos, una comedia costumbrista y bien porteña que fue un furor en Canal 13.
La ficción cuenta la historia de una familia porteña "como las de antes", bien de barrio, en una casa de patios, con la parrilla y el asado dominguero, las tardes de mate con amigos, la comida de la abuela, la novia del barrio y las charlas entre los vecinos.
En esta comedia, Ricardo Rípoli (Guillermo Francella) trabaja de carnicero y en el sostén de su madre viuda Angelita (Chany Mallo) y de sus tres hermanas: Panky (Adriana Salgueiro), Vicky (Alejandra Darín) y Pucky (Lorena Paola).
Ricardo es muy sobreprotector y moralista con los demás, en especial con sus tres hermanas a pesar de que dos de ellas eran adultas. De todos modos, en su propia vida privada se comporta de otro forma.
A pesar de estar rodeado del cariño de Betty (Judith Gabbani) y Matilde (Silvia Cichello), su gran amor es Silvina Tacagni (Silvia Kutika), a quien llama "Mamita", por qué la ve como la futura madre de sus hijos.
El elenco se completaba con Juan Manuel Tenuta, Cecilia Cenci, Orlando Carrió, Pablo Codevilla, Adrián Suar, Emilio Vidal, Luis Cordara, Boris Rubaja, Fernando Lúpiz, Paolo el Rockero, Silvia Ciccelo, Nathan Pinzón y Patricia Terán.
En las filmaciones nació el romance entre Adriana Salgueiro y Orlando Carrió, que monopolizó las tapas de las revistas y duró muchos años.
Mientras que Lorena Paola, que estaba por cumplir los 15, era la novia de ficción de Adrián Suar, y se negó a que haya un beso con el Chueco, que ya tenía 20 pirulos.
La tira tenía sus tradicionales latiguillos como el recordado el "llanto" que hacía el personaje de Francella cada vez que se sentía triste por algo.
En otra perla de esta historia, el actor dormía con un enorme oso de peluche vestido con la camiseta de Racing, el club de sus amores, y que se llamaba Coco, quizás en honor a Alfio Basile.
El éxito de la tele se trasladó al teatro, y miles de personas agotaron entradas en Buenos Aires y Mar del Plata. En La Feliz, la obra llegó a tener tres funciones diarias y una multitud los esperaba a la salida de sala.
La ficción ganó varios premios, entre ellos el Martín Fierro al mejor actor de una comedia para Francella.
Luego del furor conseguido en 1988, la tira siguió en pantalla en el año siguiente. El giro en la temática, que involucró que Francella y la "mamita" se vayan del barrio, hizo que pierda su encanto inicial y fue levantada del aire antes de tiempo.