EDUCACIÓN Y CULTURA María Izaskun Ordoqui Urcelay, representante legal, dialogó con La Unión y repasó la historia de la institución de origen vasco que se fundó en 1904.
"El Colegio Euskal Echea nutrió a Llavallol". Con esa frase, María Izaskun Ordoqui Urcelay, representante legal de la institución, resumió la importancia que tuvo y que aún tiene el espacio en la comunidad lomense. En diálogo con el Diario La Unión, hizo un repaso de la historia del lugar de esencia vasca y su actividad educativa, religiosa y de cuidado con la ancianidad gracias a un hogar.
El Colegio Euskal Echea se fundó en 1904, pero lo cierto es que los integrantes de la comunidad ya venían proyectando su nacimiento desde finales del siglo XIX, más precisamente desde 1898.
Martín de Errecaborde, que fue el primer presidente de la institución, tenía tierras en Llavallol: donó parte de esos terrenos y le vendió a María Jauregui de Pradere, la mayor benefactora del lugar, otras hectáreas para su construcción. "Toda la obra se llevó a cabo gracias a la beneficencia y es por eso que los edificios tienen nombres vascos en su honor", admitió Urcelay, que rápidamente reveló que actualmente cuentan con 14 hectáreas.
Martín de Errecaborde, que fue el primer presidente de la institución, tenía tierras en Llavallol: donó parte de esos terrenos y le vendió a María Jauregui de Pradere, la mayor benefactora del lugar, otras hectáreas para su construcción.
"Cuando se creó la institución, en sus proyectos se resaltaba que la educación debía ser confesional católica. Para dirigir los colegios, no solamente este sino también la sede de Capital Federal, contrataron a dos órdenes religiosas: las Siervas de María de Anglet para la educación de las mujeres y los franciscanos capuchinos para los hombres", indicó María.
El colegio comenzó a recibir a alumnos y alumnas para la primaria, algunos de ellos quedándose en el colegio a modo de pupilos ya que provenían del interior, mientras que otros eran externos (vecinos de la zona). Pero otra gran acción que realizó la institución de Llavallol fue la recepción de adultos mayores, de origen vasco, que necesitaban contención y ayuda: esa tarea hoy se lleva a cabo gracias al funcionamiento de un hogar en las mismas instalaciones del Euskal Echea.
En la sede también cuentan con una capilla, la cual existe desde 1928. "Al referirnos a la religión, tenemos una relación con la Capilla y el Colegio San Francisco de Asís, que también son de orden capuchino, y con el Colegio Medalla Milagrosa, que cuentan con las hermanas Siervas de María de Anglet, las mismas que teníamos para la educación de las niñas", expresó.
"Yo llegué a Argentina a fines de 1951 y a principios de 1952 empecé a trabajar en Euskal Echea. Mi vida social, educacional y laboral en Argentina se desarrolló gracias a esta institución", dijo quien fue maestra y directora del lugar.
El nivel inicial recién se puso a disposición en la década del '60. El crecimiento del colegio también permitió sumar el nivel secundario: para las niñas existía el magisterio, por lo que las mujeres ya salían como maestras formadas, mientras que los niños tenían orientación comercial y nacional.
Desde el 2002, el Colegio Euskal Echea (que significa "La casa vasca" y en donde se difunde la cultura vasca a la comunidad educativa) tiene educación mixta. El secundario cuneta con cuatro modalidades: arte y comunicación, ciencias naturales, ciencias sociales y ciencias económicas.
Desde el 2002, el Colegio Euskal Echea (que significa "La casa vasca" y en donde se difunde la cultura vasca a la comunidad educativa) tiene educación mixta.
"El espíritu que tuvieron los fundadores fue retribuirle a Argentina todo lo que el país les brindó, asegurando un espacio de educación para los descendientes vascos y todos los vecinos, además del hogar para amparar ancianos", finalizó María, con profunda emoción.