Historias policiales Mucho antes del caso Báez Sosa, un albañil de Banfield fue atacado "en manada" por una banda que lo mató sin piedad, a la salida de un boliche.
Varios años antes del asesinato de Fernando Báez Sosa, en manos de un grupo de rugbiers que lo atacaron a la salida de un boliche de Villa Gesell en enero de 2020, un joven de 25 años era víctima de una "emboscada" similar, pero en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Se trata del crimen de Franco Sánchez, cuya muerte, luego de una golpiza ocurrida el 8 de septiembre de 2017 a la salida de un boliche de Temperley, no tuvo la misma trascendencia que la del joven estudiante de abogacía, a pesar de que ambos tuvieron el mismo final, en circunstancias casi idénticas: un ataque en patota.
De acuerdo a las crónicas de la época, Franco caminaba en dirección a la parada de colectivos de la línea 277, en el cruce de Eva Perón (exPasco) y Salta, en el barrio de San José. Eran casi las 6 de la madrugada y los locales, ubicados en una zona comercial, todavía estaban cerrados. Un contexto ideal para que una banda de delincuentes se aprovechara de la falta de testigos y lo atacara sin piedad.
A Franco lo rodearon entre varios agresores que no dudaron ni un segundo y no pararon de pegarle desde que bajaron de un auto, directamente a buscarlo. Se defendió como pudo, pero una vez que estaba en suelo, ya completamente indefenso después de un brutal combo de trompadas y patadas, uno de los asesinos le dio con una piedra en la cabeza. Esto fue corroborado por las cámaras de seguridad.
Tras el ataque, lo llevaron al Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora. Fueron casi tres días de agonía hasta que murió por las graves heridas que tenía en la cabeza. Esas mismas lesiones habían impedido su derivación al centro de salud de alta complejidad de "El Cruce" de Florencio Varela, debido a que era muy arriesgado.
A pesar de su corta de edad, Franco ya era padre de una nena que en ese momento tenía 4 años. Por eso se ganaba la vida como albañil, profesión que le había enseñado su padre, con quien trabajaba.
La madrugada de la tragedia no estaba solo. Junto a él, salió del boliche un amigo que pudo correr y salvar su vida. Se comprobó que fue "una emboscada" de los asesinos, a pesar de que la primera hipótesis que manejaron los investigadores fue que se trató de un simple robo y que el asesinato había sido cometido "para robarle la billetera".
Además de este testigo, la palabra de una panadera de la zona fue fundamental también para dar detalles en la causa: según la mujer, eran entre cinco y seis los jóvenes que atacaron a Franco. Tras golpearlo hasta con una piedra al menos tres veces en la cabeza, los agresores se fugaron del lugar, dejándolo tirado en el piso. Antes de escaparse, los atacantes se llevaron la billetera, pero no el celular de la víctima.
Esta versión, que los asesinos habrían sido entre cinco y seis, se mantiene en el tiempo, incluso por los familiares del fallecido. Sin embargo, la causa solo tuvo tres detenidos, que siguen presos, tras ser condenados en un juicio desarrollado durante 2019 en los Tribunales de Lomas.
En esos debates, se comprobó que el autor material del hecho era un joven identificado como Cristian Alan Besada, quien fue sentenciado a cumplir 18 años de prisión, mientras que los otros dos, Gonzalo Andres Aguilu y Brian Emanuel Villan, también fueron encontrados culpables, pero recibieron una pena de 12 años.
Estos malvivientes, que fueron cayendo uno a uno en el marco de la investigación, habrían actuado con más cómplices, y hasta el día de hoy, se mantiene la sospecha de que habrían planificado el brutal ataque en el que se cobraron la vida de la víctima. Esto habría sido dentro del mismo local bailable donde habrían tenido una "discusión" que sería la sentencia de muerte de Franco.