HAY DOS PRÓFUGOS Son sospechosos de haber participado del asesinato del hombre, cuyo cuerpo fue descuartizado y hallado en Budge. Hay otros dos imputados prófugos que son intensamente buscados.
La investigación por el crimen de Fernando Pérez Algaba ya cuenta con cuatro nuevos sospechosos tras las rejas, luego de una serie de allanamientos que se llevaron a cabo este lunes en distintos puntos del Conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires.
Mientras tanto, los investigadores continúan la búsqueda de dos sujetos prófugos, considerados partícipes del hecho ocurrido el 18 de julio pasado, ya que, entre otros indicios, los teléfonos que utilizaban fueron captados en los mismos lugares y horarios en los que se detectó el celular de la víctima, tras su desaparición la tarde del 18 de julio último.
Fuentes oficiales informaron que solo tres de los acusados tenían relación directa con la víctima, cuyo cuerpo fue encontrado descuartizado en el Arroyo del Rey, en Ingeniero Budge. Uno era exsocio, otra era gestora y el otro examigo.
El fiscal Marcelo Domínguez sospecha que los cuatro nuevos detenidos participaron del asesinato, planeado por Maximiliano Pilepich, quien le debía US$50 mil al fallecido.
Los cuatro nuevos detenidos por el crimen de "Lechuga"
Matías Ezequiel Gil trabajaba en "Renacer", donde se dedicaba a la venta de lotes de ese complejo donde fue visto por última vez con vida la víctima, y para el fiscal, participó del homicidio, debido a que mantuvo numerosas comunicaciones con Maximiliano Pilepich en las horas posteriores a la desaparición de "Lechuga".
Luis Alberto Contreras, estuvo imputado en una causa por robo y hurto de automotor junto a Pilepich en 2004. Es el hermano de Alma Nicol Chamorro, la primera detenida que tenía la causa, por ser la última persona que tuvo en su poder la valija en la que apareció parte del cuerpo de la víctima. El perro de Pérez Algaba fue visto en su domicilio de Ingeniero Budge.
Fernando Gastón Martín Carrizo, empleado de seguridad en una de las propiedades de Pilepich. El teléfono que se le atribuye haber empleado en las horas posteriores a la desaparición de Pérez Algaba registra comunicaciones con Pilepich y Gil.
Flavia Lorena Bomrad era gestora y amiga de "Lechuga" y mantuvo comunicaciones con Pilepich el mismo día de la desaparición de la víctima. Además, una huella dactilar suya fue encontrada en el predio "Renacer" donde fue visto por última vez el empresario. En un allanamiento en su casa, la policía secuestró un Ford Mondeo en el que se hallaron rastros de sangre, pelos y un aro que, según creen los investigadores, sería del hombre asesinado.
Por otra parte, Pilepich se encuentra prófugo y es intensamente buscado. Se trata del exsocio de Pérez Algaba en el emprendimiento inmobiliario "Renacer" de General Rodríguez.
De acuerdo a la acusación fiscal, le debía a "Lechuga" US$50 mil dólares y 17 lotes, y el 18 de julio último fue una de las últimas personas en verlo con vida. Se sospecha que una pistola Glock calibre 9 milímetros que, según el acusado, el empresario se llevó de su casa sin permiso fue en realidad el arma empleada para el homicidio y que una camioneta Mercedes Benz de su propiedad que no fue aún encontrada pudo ser empleada para trasladar el cuerpo.
El otro fugitivo es Nahuel Sebastián Vargas, otro examigo y exempleado de "Lechuga", quien también declaró como testigo en la causa, por ser uno de los dos últimos hombres en verlo con vida, ya que viajó con él hasta el campo de General Rodríguez en la camioneta Range Rover Evoque blanca con techo negro que Pilepich le había prestado al empresario.
En su declaración, aseguró que, tras el encuentro, regresó con Pilepich en ese mismo rodado hacia la zona Oeste del conurbano, mientras que "Lechuga" permaneció en el predio a la espera de que lo pasaran a buscar.
Además de estos seis acusados, el fiscal Domínguez, titular de la UFI Nº5 de Lomas de Zamora, había pedido la detención de una séptima persona, el subcomisario de la Policía de la Ciudad Héctor Córdoba, aunque el juez de Garantías del caso no lo concedió por entender que no hay prueba suficiente.