Historia de vida Facundo Krüger estuvo muy cerca de dejar el fútbol. Un accidente de autos le provocó una dura lesión, pero salió adelante y cumplió su sueño.
El camino hasta conseguir ser un futbolista profesional no es nada sencillo. Está lleno de piedras y obstáculos a superar. Por eso llegar a destino es un logro en sí mismo. Sin embargo, en el caso del delantero Facundo Krüger, uno de los nueve que sumó Temperley para el actual torneo de la Primera Nacional y que anotó su primer gol en el empate 1-1 ante San Martín de Tucumán, cumplir ese anhelo representó algo mucho más significativo.
Fue el premio a una larga lucha, a una verdadera historia de superación en la que su amor por el fútbol, a pesar de lo que le decían los especialistas, le permitió romper todos los pronósticos e hizo lo necesario en busca de su sueño: ser futbolista profesional.
Cuando tenía 16 años, sufrió un grave accidente automovilístico que le provocó una triple fractura expuesta de tibia, peroné y tobillo. Estuvo varios meses sin poder caminar, más de un año y medio afuera de las canchas, con un fijador externo en el pie que también le impidió ir al colegio y moverse con comodidad. Por eso, en medio de ese contexto, el sueño de ser futbolista profesional parecía imposible.
"Los médicos me habían dicho que me olvide del fútbol, ya que no iba a volver a caminar bien", le contó Krüger a Diario La Unión, en una entrevista en la que detalló el "peor momento" de su vida, como él lo define.
"En ese momento tenía 16 años y me dijeron que había grandes posibilidades de que la lesión haya tocado el cartílago de crecimiento. Y cuando eso pasa, las posibilidades de quedar mal o rengo eran muchas. Por eso fue un momento muy duro, el peor momento de mi vida, porque los médicos me dijeron que no iba a poder jugar al fútbol", amplió.
-¿Cómo pudiste superarlo?
Me apoyé mucho en mi familia, en mis amigos y en Dios. Y creo que eso fue lo que me hizo mantenerme en pie y poder recuperarme bien, haciendo todo lo posible para poder caminar bien y volver a jugar al fútbol, que es lo que siempre quise y me dolía mucho no poder hacerlo. Gracias a Dios me recuperé bien y puedo disfrutar este presente.
-¿Qué fue lo que más te motivó para seguir adelante?
Siempre quise ser jugador de fútbol profesional y eso fue lo que siempre me mantuvo con ganas de recuperarme bien, ya que quería volverlo a intentar. Mi pensamiento, gracias a lo que siento por el fútbol, era claro en ese momento: mientras haya posibilidades, iba intentar todo y gracias a Dios me permitió poder serlo.
A partir de esto, ¿se disfruta todo de otra manera?
-En mi carrera, todo tiene un valor doble. Arranqué muy de abajo, tengo en claro que nadie me regaló nada y que todo lo que consigo es gracias al esfuerzo que hice y que hago día a día. Por eso, todo se festeje el doble.
Krüger arrancó su camino en el fútbol en Arsenal, después pasó por las Inferiores de Camioneros y de Tristán Suárez. Sin embargo, el grave accidente le puso un freno a su camino en el fútbol y recién en 2018, ya con el alta médica, probó suerte en Cañuelas. Y el hecho de no bajar los brazos tuvo recompensa: a los seis meses fue subido al plantel profesional y ese mismo año debutó en primera. Después, en 2019, anotó el gol del ascenso del Tambero a la Primera B. Todo redondo.
A pesar de eso, tuvo seguir luchándola y recién en 2022, luego de un paso por Deportes Valdivia, se afianzó como el nueve de Cañuelas, siendo el goleador del equipo y uno de los máximos artilleros de la Primera B. Eso, justamente, le permitió dar el salto a Temperley, donde ya debutó en red, algo que para él era muy importante. "La verdad que estoy muy feliz por eso, ya que era lo que quería desde que llegué al club", remarcó.
Y a ese buen inicio personal le agrega un gran comienzo del Gasolero, siendo uno de los animadores de la Zona A. "Desde el primer día, confiamos en nosotros y en lo que podemos lograr este año, pero vamos tranquilos, paso a paso, haciéndonos fuerte partido a partido. Por suerte, los resultados nos vienen acompañando", continuó este luchador que nunca bajó los brazos y hoy ve el fruto de su esfuerzo.